06- La salud del terapeuta
La salud del terapeuta es de suma importancia, ya que un terapeuta saludable y equilibrado puede brindar un mejor cuidado y apoyo a sus pacientes. Aquí hay algunos aspectos clave relacionados con la salud del terapeuta:
- Bienestar físico: Mantener un estilo de vida saludable que incluya una alimentación balanceada, ejercicio regular y descanso adecuado es fundamental para el bienestar físico del terapeuta. También es importante cuidar la postura y ergonomía durante las sesiones de trabajo para evitar lesiones y tensiones musculares.
- Salud emocional: Los terapeutas a menudo trabajan con pacientes que están lidiando con emociones intensas y desafíos emocionales. Es importante que el terapeuta tenga una buena salud emocional y cuente con estrategias efectivas para manejar el estrés, mantener límites adecuados y cuidar su propio equilibrio emocional.
- Autocuidado: Los terapeutas deben ser conscientes de sus propias necesidades y priorizar el autocuidado. Esto puede incluir actividades que les brinden alegría y relajación, como practicar hobbies, meditar, recibir terapia o participar en actividades de bienestar.
- Supervisión y apoyo profesional: Es beneficioso para los terapeutas contar con supervisión y apoyo de colegas o mentores. Esto brinda la oportunidad de compartir experiencias, recibir retroalimentación y obtener orientación en situaciones difíciles.
- Desarrollo personal y profesional: La formación continua y el crecimiento personal son importantes para mantenerse actualizado en las mejores prácticas terapéuticas y mejorar las habilidades profesionales. Participar en cursos, talleres y conferencias puede ser una forma efectiva de seguir aprendiendo y desarrollándose como terapeuta.
- Equilibrio entre vida personal y profesional: Mantener un equilibrio saludable entre la vida personal y profesional es esencial para prevenir el agotamiento y el desgaste. Establecer límites claros, aprender a delegar tareas y reservar tiempo para actividades y relaciones personales son aspectos importantes para mantener este equilibrio.
Tenemos que procurar que el paciente disponga de recursos salutíferos y no provocar una crisis de curación a alguien que no tenga recursos propios para superar. Los pacientes tienen que entender que aquí y ahora estamos bien y si sucediera alguna crisis curativa, no es real o forma parte del pasado y no del presente. Nunca obsesionarse por dicha sensación, olvidarla y vivir el presente, respirar tranquilamente, observar el cuerpo aquí y ahora como respira, se expande y se contrae, etc. Estar totalmente presente y con nuestro cuerpo nos permite vivir las sensaciones del pasado sin que nos veamos influenciados por ello.
El terapeuta también tiene que tener la delicadeza, si observa que se desborda el asunto, en ir poco a poco y parar cuando lo vea oportuno. Esta señal a veces la podemos percibir porque se produce un colapso en el sistema craneosacral, y el movimiento respiratorio primario se detiene, como por un bloqueo, es hora de parar y ayudar al paciente a acumular energía y recursos propios, hasta que el ritmo craneosacral vuelva.
Mantenernos en el cuerpo y en las sensaciones corporales nos ayuda a impedir la disociación y la obsesión en la emoción.
Cuando surjan momentos difíciles, tenemos obligación o necesidad de ir hacia el cuerpo, hacia las sensaciones corporales, estar con la respiración, como el cuerpo se expande y se contrae. Reubicarnos en nuestra espalda, en las vértebras, en los omoplatos, etc.
Se le puede preguntar al paciente como se siente y si quiere que sigamos. Tomar respiraciones lentas y profundas de vez en cuando, así como tragar saliva nos pueden ayudar en situaciones difíciles.
Mientras nos mantengamos en contacto con la sensación sentida el proceso de trasformación de los hechos traumáticos progresará de manera natural.
Hay escuelas que se basan o fundamentan en las regresiones del pasado y para ello reviven las circunstancias traumáticas, pero en mi caso basado en el Reiki y la terapia craneosacral, no lo veo necesario.
Se trabaja desde el presente, para el presente y más bien percibimos energía, plasma energético más o menos denso que se libera.
Si tenemos que hacer un esfuerzo en recordar patrones lo tenemos que hacer cuando nos enfadamos por cosas que no tienen importancia, porque ahí dentro casi seguro hay un patrón de energía distorsionada y traumática que nos hace caer siempre en el mismo patrón de conducta, ahí si es necesario recordar que esta conducta te suena, te recuerda otras similares. Ese trabajo de recordar que, desde pequeño, eso o lo otro te viene disgustando, observar por qué y hacer un trabajo de consciencia y transformación para que cada vez que vuelva a aparecer, soltarlo, no entrar, ver y limpiar, hablar con tu maestro interno o con la luz divina para que se limpie y se purifique por siempre. Esto es renacer y hacer un trabajo de consciencia. Esto también se puede hacer para eliminar viejos e insalubres hábitos, como el tabaco y demás.
Con el tiempo me estoy dando cuenta que puedo con facilidad seguir las líneas de tensión por el campo energético humano y observar las tensiones o líneas retorcidas existentes en el aura de las personas.
Estas líneas de energía retorcidas, que forman remolinos y círculos y muchas más configuraciones, son las causantes de la falta o desvío del impulso rítmico craneal o movimiento respiratorio primario. También tiran del tejido fascial, formando nudos de energía y quistes de energía y tensiones, rigideces y demás problemas. Mi intención es decir y asegurar que existen muchas relaciones directas entre la energía emocional, mental y los egregores o parásitos energéticos que están en nuestra aura o campo energético humano. Los parásitos o quistes de energía son micro entidades que viven en nuestra aura, alimentándose de nuestra energía emocional y mental. Somos nosotros quienes le hemos abierto las puertas y a veces les buscamos y llamamos de tal forma sutil que nos es difícil darnos cuenta. Estos parásitos de energía se acoplan y desacoplan a nuestra aura con una facilidad tremenda, hablamos de una realidad que está en otra dimensión de la persona, ahora todavía un poco desconocida. Son energías del bajo astral que aparecen y desaparecen según unos patrones que nosotros generamos y no nos damos cuenta. Casi todos nosotros tenemos de 2 a 4 de estos bajos astrales y suelen aparecer entre un 10 ó 20 por ciento del tiempo en nuestras vidas. Obviamente cuanto más pura, limpias y luminosas sean nuestras vidas, muchas menos probabilidades tenemos de atraer dichas entidades negativas.
De nuevo un camino de consciencia es fundamental para el desarrollo integral del ser humano y, por supuesto, para la salud craneosacral. Este punto nos recuerda que además del tratamiento craneosacral debemos de realizar un trabajo psicológico y de concienciación, para no seguir atrayendo dichas entidades de tan baja vibración que se alimentan de nuestra energía áurica.
El movimiento respiratorio primario es una pulsación de energía que se ve muy influenciada por esos quistes de energía que hay que localizar y limpiar. Con una percepción táctil y siguiendo ese impulso rítmico craneal por el aura, se localiza fácil esos parásitos energéticos que tienen formas retorcidas, formando ovillos, círculos, espirales, etc. Los terapeutas craneosacrales les llaman desatar los nudos de energía. Yo lo percibo de de varias maneras, por ejemplo, pongo mis manos en el cuerpo y sigo la fluctuación energética del IRC, voy separando las manos del cuerpo unos centímetros, hasta que aparece la línea de energía retorcida. Esta la disuelvo con la mano izquierda, colocando la derecha por encima de mi cabeza, puede que el cuerpo mío o del paciente necesite girar en algún sentido para potenciar la disolución de la energía. A esto lo podemos llamar diarrea quinestésica o pequeñas catarsis de vibración y movimiento. Al localizar ese nudo de energía a 10 centímetros del cuerpo o a 20, hay veces que le envías un rayo de luz del entrecejo y sucede que al instante las manos se pegan al cuerpo y automáticamente sucede una parada neurológica o Stil point. Esto lo entiendo como que ese parasito de energía que estaba pegado al aura desaparece al instante, deja de chupar energía del aura y sucede una parada del IRC en esa zona automáticamente, las manos se quedan en el cuerpo pegadas para hacer una recarga de energía, esto puede durar varios minutos y de nuevo el IRC vuelve con todo su brillo y belleza.
Estos parásitos, quistes o nudos de energía nos chupan nuestra energía, desvían y retuercen el IRC, a su vez tiran del tejido fascial, que a su vez deforman la morfología natural del cuerpo, retorciendo el habitáculo de los órganos, las venas, los nervios, el sistema musculo esquelético, el sistema nervioso y todo en general. Para mi ahí está el campo de batalla para una salud integra y profunda. Esta salud incluye en mundo emocional, mental y espiritual de la persona y si nuestra aura se llena de parásitos energéticos los primeros síntomas que se pueden percibir esta en los niveles emocionales, mentales y espirituales de la persona. Esto le podemos llamar crecimiento personal y el futuro para una sociedad limpia y autentica, sin toda esa basura de los bajos astrales.
Dependiendo en donde se sitúe el nudo de energía estará afectando principalmente a una zona del cuerpo y a una capa del aura. Esto quiere decir que después de disolver el nudo de energía, hay que recargar de energía nueva y luminosa el espacio del aura donde se situaba el nudo de energía. Puede ser necesario varias sesiones o varios días para poder conseguir unos resultados buenos y estables.
Como ya sabemos una tensión no se nota ni te hace casi nada, pero una detrás de otra, te va comiendo la energía y tensándote de tal manera que puede parecer una muerte lenta e inconsciente.
Estas líneas retorcidas son fallos en el aura, que los suele ocupar una emoción o energía insana y por tanto de baja vibración. Se pueden encontrar a cualquier distancia del cuerpo y tomar diferentes formas y dibujos.
Al principio, para disolver estas líneas de fuerza retorcidas, una vez descubiertas, las seguía con mi mano izquierda y la derecha por encima de la cabeza. Esto genera una polaridad de energía-luz, que moviendo mucho mi mano izquierda e incluso todo el cuerpo, según el tipo de nudo energético, de diferentes formas, siguiendo las líneas de fuerza, con unos segundos o minutos conseguía disolver dicho quiste energético.
LARELACIÓN ENTRE TERAPEUTA Y PACIENTE
El terapeuta no cura, sino que ayuda a que el cuerpo proceda a su auto-curación. Es asombrosa la actuación del cuerpo para su regeneración frente a la pequeña intervención que realiza el terapeuta.
El terapeuta cráneo-sacral hace la función de facilitador de la salud holística del paciente.
El terapeuta usa su cuerpo, su mente, su espíritu para ayudar al paciente a restablecer su salud.
Nuestros tratamientos serán más eficaces si utilizamos todo nuestro potencial como seres humanos con cuerpo, alma y espíritu, hechos a imagen y semejanza de Dios.
Recordando siempre el carácter no intrusivo de esta terapia, aplicaremos un contacto suave para obtener una máxima respuesta. Ya no es cuanto más duro mejor, cuanto más dolor mejor, sino todo lo contrario.
Otro aspecto importante en este tipo de terapia es que el terapeuta hace que el paciente se haga responsable de su propio proceso sanador estableciendo un plan de curación.
El paciente va a sintonizar con su sabiduría interna y con su inteligencia corporal y el terapeuta mediará únicamente como facilitador de este proceso. De esta manera el terapeuta intentará tener un pacto laboral con el paciente, en donde el terapeuta tendrá unas cláusulas y el paciente otras, y si alguno de sus miembros falla en el cumplimiento de sus cláusulas el contrato podrá ser clausurado.
Si realizamos un buen tratamiento facilitador, el paciente puede ver cómo se solucionan sus problemas físicos, emocionales, mentales e incluso espirituales.
Este tipo de relación entre paciente y terapeuta crea un vínculo de confianza y amor entre ambos que generalmente conlleva una resolución de los problemas y sus causas.
En la medicina tradicional occidental el paciente (pasivo) espera del médico curación.
En la terapia cráneo-sacral se produce un cambio fundamental en el enfoque de la curación ya que el paciente debe adoptar un papel activo y comprometido en su propio proceso de auto-curación y acudir al terapeuta principalmente para pedir orientación y ayuda para realizar este proceso.
Después de estos tratamientos él paciente ve reforzado su sistema inmunológico, su estabilidad emocional y mental y en muchos casos realiza una profundización en su mundo espiritual.
Sin apenas darse cuenta el paciente recupera su equilibrio y salud mental, se encuentra sutil pero eficazmente mejor, con paz y seguridad. Esto nos sugiere que esta técnica de curación cráneo-sacral acerca la ciencia objetiva a la sanación espiritual. Confío en que en futuros estudios se pueda explicar esta proximidad.
Es fascinante pensar que todo este trabajo se realiza dentro de los confines de un sistema fisiológico anatómicamente definido: el movimiento pulsátil del líquido cefalorraquídeo.
Nuestro cuerpo, mente y espíritu están en íntima relación, de aquí que la verdadera salud deba ser comprendida en términos de globalidad holística.
Motricidad, sensibilidad y química son los tres pilares de nuestra salud que encontramos en el tejido sanguíneo y el tejido nervioso, es decir, donde se regulan el sistema sensorial y sistema motor.
La relación del terapeuta y el paciente cambia.
Con la terapia cráneo-sacral vamos a ser facilitadores, para que con la mínima expresión posible consigamos los mejores resultados. Nunca la fuerza tiene que suplir a la técnica. Aquí se da el principio de “pequeño estímulo, máxima respuesta”. Se trata de una terapia no intrusiva, y sí comprensiva.
Parece que las terapias manuales pasan progresivamente de técnicas más densas a más sutiles.
Vamos a un punto donde ni el paciente ni el terapeuta sabemos sobre el dolor, sino que es el propio organismo el que se regula: homeostasis.
El terapeuta en las sesiones de cráneo-sacral induce a un estado de relajación inmediata en el paciente y así este puede ser consciente de los problemas o circunstancias emocionales o mentales, así como sus escenarios, que han producido un bloqueo físico y como consecuencia se ha perturbado la libre circulación de los fluidos en su cuerpo. Al realizar la terapia cráneo-sacral se puede desencadenar en algunos casos una liberación somato-emocional, (técnica que influyen recíprocamente los procesos fisiológicos con los psicológicos).
Estamos ante una técnica psicosomática, real y autentica.
En conclusión, la salud del terapeuta es un componente esencial para brindar un cuidado de calidad a los pacientes. Al priorizar el bienestar físico, emocional y mental, así como el desarrollo personal y el equilibrio en la vida, los terapeutas pueden mantenerse en óptimas condiciones para ofrecer un apoyo efectivo y sostenible a aquellos a quienes atienden.