13- Los ritmos craneales
Los ritmos craneales se refieren a los patrones rítmicos y sutiles de movimiento que se pueden percibir en el sistema craneosacral durante una sesión de terapia craneosacral. Estos ritmos son una manifestación de la actividad fisiológica del sistema y son considerados indicadores de su funcionamiento y equilibrio.
Los dos ritmos craneales principales en la terapia craneosacral son el ritmo del impulso rítmico craneal (IRC) y el ritmo del impulso rítmico de la médula espinal (IRME).
El ritmo del impulso rítmico craneal (IRC) es un movimiento sutil y rítmico que se percibe en el cráneo y se origina en la producción y reabsorción del líquido cefalorraquídeo (LCR). Este ritmo se describe típicamente como un movimiento de expansión y contracción que se propaga a través de las estructuras craneales, las membranas meníngeas y la médula espinal. Se considera un indicador de la salud y el equilibrio del sistema craneosacral.
El ritmo del impulso rítmico de la médula espinal (IRME) es otro ritmo que se puede percibir en la terapia craneosacral. Este ritmo está asociado con el movimiento del líquido cefalorraquídeo en la médula espinal y se percibe como un movimiento ondulatorio que se propaga a lo largo de la columna vertebral. El IRME también se considera un indicador del funcionamiento adecuado del sistema craneosacral.
Durante una sesión de terapia craneosacral, el terapeuta utiliza su capacidad de palpación y sensibilidad para percibir y evaluar estos ritmos craneales. El objetivo es detectar cualquier irregularidad, restricción o desequilibrio en los ritmos y utilizar técnicas específicas para restaurar su fluidez y armonía. Esto puede ayudar a aliviar la tensión, mejorar la función del sistema craneosacral y promover la salud y el bienestar general.
Es importante destacar que la percepción y la interpretación de los ritmos craneales requieren habilidad y experiencia por parte del terapeuta craneosacral. Además, cada individuo puede tener variaciones en sus ritmos craneales, y es necesario adaptar las técnicas y enfoques de tratamiento a las necesidades específicas de cada persona.
Este movimiento desde la apreciación craneal, comienza a desarrollarse desde la quietud original y se expresa de numerosas formas de las que, la mayor parte, no reconocemos ni comprendemos. Algunas de estas manifestaciones se expresan en el organismo humano con sutiles movimientos de forma rítmica, similares a las mareas del mar por lo que reciben el nombre de mareas. Podemos reconocer tres ritmos diferenciados entre sí por diferentes amplitudes y características:
- -Marea corta o Impulso rítmico craneal (IRC)
- -Marea media o de potencia.
- -Marea larga
Este sutil balanceo actúa como impulsor y trasmisor de la energía en la materia. Ese movimiento rítmico de ida y vuelta, de exhalación e inhalación, el es el que trasporta la Inteligencia, con mayúscula, desde la esencia hasta la célula, desde la Fuente hasta la Forma.
En exhalación, el movimiento se expresa en torno a la línea media de forma descendente, desde la cabeza hacia los pies y encogiéndose de lado a lado. En inhalación se manifiesta de forma ascendente desde los pies hacia la cabeza y se expande lateralmente.
El líquido cefalorraquídeo parece ser *Ia principal sustancia que recoge en su estructura la esencia del Aliento de Vida. A través del sistema nervioso central la difunde, como una fluctuación longitudinal, hacia el resto del organismo. También se puede entender como un sistema bioelectromagnético que en cada respiración se produce una micro descarga de electricidad que llega todas las partes del cuerpo y sus canales es el maravilloso tejido fascial.
Una parte importante del trabajo craneosacral consiste en aprender a sentir y reconocer estos movimientos, que reflejan en sí mismos la capacidad del organismo para responder con naturalidad al impulso de la Vida y, en caso de estar restringidos, facilitar su liberación.
Marea corta IRC. La marea corta o Impulso rítmico craneal es el último peldaño que parece descender el Aliento de la Vida, para adentrarse en la materia. Primordialmente, se encarna en el líquido cefalorraquídeo y en el resto de los fluidos, para desde ellos, nutrir con su esencia, con su impronta, cada célula del organismo como un líquido dentro de otro líquido, como una luz en el interior de los fluidos, que se manifiesta en los tejidos corporales con un ritmo aproximado de entre 7 y 14 ciclos por minuto. Esto nos permite poder apreciar mediante su movimiento, simetría, ritmo y potencia, cómo se despliegan la Inteligencia y la Fuerza de la Vida a través del cuerpo, ayudándonos a reconocer los lugares por donde este flujo se expresa con libertad o donde se ve alterado o disminuido. Para situarse en sintonía con este ritmo, el facilitador se afloja y coloca sus manos sobre cualquier lugar del cuerpo buscando una sensación como si las manos se apoyasen delicadamente sobre corchos que son mecidos por las olas del mar, de tal manera, que las manos estén en contacto para apreciar el movimiento, pero no lo limiten ni modifiquen. La atención se centra en percibir y reconocer dichos movimientos o la ausencia de ellos.
La Marea media o Marea de potencia. Para crear la relación con la marea de potencia, el facilitador procura un aquietamiento aún mayor que en el IRC, afinando las cualidades de presencia, percepción y contacto. Las manos ya no flotan sobre la superficie de las olas como en la marea corta, sino que parecen hundirse en el interior de una marea más profunda, más estable. Su ritmo de expresión es el de una contracción y expansión más lentas, de unos 2,5 ciclos por minuto, que no se modifican con facilidad ante los estímulos externos. La atención se expande abarcando la globalidad del organismo como una sola unidad integrada, en la que se siguen reconociendo las estructuras concretas, pero no de forma aislada sino formando parte de un todo global. Se tiene la sensación de entrar en contacto con la potencia que genera los movimientos, con la inteligencia que regula los procesos, con la fuerza que apoya y sustenta cada transformación, así como con la fuente de energía que vitaliza a la marea corta. Se percibe cómo la influencia dinámica de la vida, contiene, y tiende hacia la actualización sanadora de los patrones inerciales de tensión o disfunción. Envolviendo a las fuerzas perturbadoras en un fulcro, que conservará la disfunción retenida hasta que ésta pueda ser disuelta o integrada. Desde este campo de atención, se suaviza la necesidad de «hacer» por parte del facilitador. Se promueve la contemplación dinámica del proceso, en la que el plan de tratamiento inherente surge y se manifiesta desde el núcleo del sistema. Cuando esto sucede, el todo integra armoniosamente a la parte y resurge una alineación más centrada en torno a la línea media.
Marea larga. La marea larga es el primer paso de concretización y descenso del Aliento de Vida, que podemos reconocer en la práctica de la terapia craneosacral. Este ritmo es profundamente estable y se manifiesta con una secuencia de unos 100 segundos por cada ciclo. Aparentando surgir de la nada, se manifiesta y da la impresión de volver a desaparecer, para resurgir de nuevo. Contiene la Inteligencia Directiva y Creadora, la matriz de la vida que da forma y mantiene el cuerpo humano. Actúa como el principio organizador y sanador más profundo del organismo. Es la manifestación más directa del impulso original, que surge en cada instante de Aliento de Vida, la primera oleada que empieza a tomar cuerpo hacia la forma humana, incorporando la intención de la vida hacia la forma. Para percibir la marea larga el facilitador procura el mayor aquietamiento exterior e interior, soltando la idea de reconocer algo en el cuerpo del cliente. Esta marea se aprecia como un campo unificado sin forma, y parece ser mucho más que algo que envuelva al cliente, ya que no se reconocen sus límites. Es como si fuese la totalidad del Universo la que respira en el presente eterno una profunda inspiración y expiración que todo lo abarca.
Movimiento del cráneo y el sacro
Este Ritmo Cráneo-Sacral es el resultado de la producción de Líquido Cefalorraquídeo dentro del cráneo, su distribución a lo largo de todo el canal medular, y la reabsorción de nuevo dentro del cráneo.
Todo este mecanismo está dirigido por el movimiento de la sínfisis esfeno-basilar que abre y cierra el ángulo articular, flexionándolo y extendiéndolo. De ahí que el movimiento que realizan los huesos del cráneo cuando se produce el LCR (líquido cefalorraquídeo) en los ventrículos III y IV, y que a través del sistema Fascial por sus micro túbulos es transmitido a todo el cuerpo, se le denomine movimiento de FLEXIÓN haciendo todo el cuerpo un movimiento de rotación externa, Y EXTENSIÓN, haciendo todo el cuerpo un movimiento de rotación interna, dándonos como resultado el RITMO CRÁNEO-SACRO, independiente de otros ritmos corporales, que influye sobre el metabolismo del cuerpo y sobre cada una de sus células. Hace que los huesos del cráneo, como los del resto del organismo efectúen una rotación interna y externa, con una frecuencia de entre 6 a 12 ciclos/ min, (siendo 3 segundos la fase de llenado y 3 segundos la de vaciado) de una forma suave y casi imperceptible.
Más adelante y en diferentes Escuelas, siguiendo todas los trabajos e investigaciones de Sutherland, el estudio de la Osteopatía Cráneo-Sacral se ha realizado utilizando los más novedosos sistemas de medición para comprobar el movimiento de los huesos y su rango. Así por ejemplo la Dra. Viola Fryman, Harold I. Magoun etc. y posteriormente el equipo del Dr. Leopold Busquet, asistidos por láseres conectados a ordenadores obtuvieron una imagen holográfica tridimensional con precisión micrométrica del movimiento descrito anteriormente, dando como resultado la existencia de un movimiento cíclico cuya amplitud es de 15 a 25 milímetros. (RCS) (RITMO CRÁNEO-SACRAL)
Posteriormente el Dr. John Upledger dirigió en los 70 un equipo multidisciplinar formado por médicos, bioquímicos, físicos, fisioterapeutas, osteópatas, ingenieros electrónicos, etc., que estudiaron durante 5 años con simios y cráneos frescos, ayudados por sofisticados equipos que incluían antenas emisoras y radares, confirmando los descubrimientos anteriores.
Sutherland no olvidó la intuición y el sexto sentido a la hora de protocolizar y aplicar la Osteopatía Craneal, lo que nos lleva directamente a la visión holística (del griego HOLOS: totalidad) de la persona, entendiéndola como un todo: cuerpo, mente, emociones y espíritu, relacionándose con su entorno de manera respetuosa y consciente.
Por esto, hay que añadir algo del campo de la Psicología y la Conciencia Humana: “Que el pensamiento es una fuerza mental que puede ser emitida, dirigida y percibida”. El Osteópata no puede ni debe limitar esta dimensión ENERGÉTICA.
Por este mecanismo, el cráneo tiene su movimiento que transmite por el canal medular hasta el sacro, y a través del sistema Fascial llega a todo el organismo, de tal manera que, aunque estemos en absoluto reposo, todo nuestro cuerpo está en un movimiento fisiológico continuo. Por lo que el principio de la Osteopatía es: “Donde hay movimiento hay vida” el movimiento por tanto es el principio de la vida, y en la Terapia Cráneo-Sacral, de lo que se trata es de devolver, restaurar mediante un estímulo, (una información, una invitación que damos al sistema que estamos trabajando) la movilidad y función normal, es decir el terapeuta da una información no directriz, ante la que el cuerpo del paciente se pone en marcha hacia su normalización.
Esto nos lleva a ver otra cosa: EL CUERPO SIEMPRE TIENDE A SANAR, POSEE MUCHOS MECANISMOS DE AUTOREGULACIÓN, lo que el terapeuta hace es “enseñarle, abrirle la puerta para que vaya hacia su bienestar”, pero SANA EL SOLO, ante lo que debemos ser humildes y no pensar que nosotros “curamos”.
La Terapia Cráneo-Sacral trabaja sobre todas las estructuras del cuerpo: SNC, membranas durales, huesos, líquidos, músculos, fascias, órganos, etc. De manera que en cada caso se usan unas técnicas diferentes según lo que se vaya a tratar.
La vida es movimiento y el Aliento de Vida se expresa en movimiento respiratorio primario, en su fase de inhalación y exhalación.
La vida, la energía, el espíritu y el Aliento de Vida crean unas ondas de fluctuación rítmica llamadas mareas.
La manifestación de estas mareas en los tejidos muestra una distribución eficaz del Aliento de Vida y por tanto indica una salud inmejorable, su ausencia demuestra lo contrario.
El Aliento de Vida en el cuerpo se expresa como:
Inhalación-Exhalación, para los fluidos y el sistema nervioso central. Rotación externa-Rotación interna, para las estructuras pares de la periferia. Flexión-Extensión, para las estructuras únicas situadas sobre la línea media. Estas fases se denominan inhalación y exhalación primarias.
Los escases y la falta del movimiento respiratorio primario en distintas partes del cuerpo denotan un bloqueo energético y un fulcro inercial. Ese bloqueo energético es debido en la mayoría de los casos a una falta de asimilación de procesos mentales y emocionales. Según la zona bloqueada y por tanto con un fulcro inercial, denotara una emoción sentimiento en particular.
Por ejemplo, los fulcros inerciales en las piernas y caderas tendrán que ver con los sentimientos típicos del primer chakra o chakra raíz, la seguridad material, la sexualidad y la conexión con la tierra. Si el fulcro inercial lo tenemos en la zona del abdomen el sentimiento bloqueado serán las emociones y el poder personal, típico del tercer chakra. Si el fulcro inercial lo tenemos en la zona de la garganta o el pecho el sentimiento bloqueados serán los del amor y la expresión de los sentimientos. Si el fulcro inercial se encuentra en la cabeza responderá a pensamientos y sentimientos espirituales bloqueados. Cualquier fulcro inercial desviado de la zona media del cuerpo puede generar en un fallo de energía capaz de formar una brecha o defecto en el aura humana que se convierte en una puerta abierta a todo tipo de energías negativas acorde a la zona en particular.
Si tenemos un fulcro inercial en la articulación esfenobasilar, seguro que conlleva influencias negativas o mecánicas a otras partes del cuerpo. Las fascias y los tejidos conectivos se mantienen en tensiones constantes que consumen tu energía y te desvían del centro de tu Ser.
Una persona que tenga paz interior, equilibrio mental, confianza, energía, felicidad y emociones controladas tendrá un movimiento respiratorio equilibrado y constante, lo cual es muy difícil en estos días o poco usual.
En resumen, el movimiento respiratorio primario está muy directamente relacionado con la salud física, emocional, mental y espiritual. También podemos definir la depresión como un problema en la articulación esfenobasilar y la base del cráneo, con algún toque en la columna vertebral. En definitiva, cualquier bloqueo o fulcro inercial craneosacral tiene una relación directa con la energía física, emocional, mental y espiritual de la persona.
También podemos decir que la fase de la flexión o llenado craneosacral está muy relacionada con la extroversión y la acción y la fase de vaciado y extensión con la pasividad y la introversión.
Además, si esos fallos de energía producen patrones fisiológicos, estos repercuten en los patrones emocionales que causaron el defecto y así en un círculo vicioso muy difícil de que uno se dé realmente cuenta de dónde está y sea consciente del asunto. La conciencia es una de las llaves maestras para nuestro desarrollo como personas evolucionadas y para la salud física, mental y emocional. Es como un hilo que tira del otro y esta tira del otro en un asunto global e íntegro, como si fuera un globo en donde un pequeño poro en cualquier parte deshinchará el globo en general, sin lugar a dudas.
Espero poder hacer algún estudio sobre la relación directa entre muchas lesiones corporales y del sistema craneosacral, con actitudes y respuestas psicológicas negativas e inapropiadas. Para mi toda energía de alta vibración o luminosa, aporta salud y bienestar y las energías de baja vibración, oscuras o negativas aportan un tipo de tensión y fulcro inercial característico.
Por mi intuición creo que lo que es una lesión esfenobasilar de latero flexión con convexidad derecha está caracterizada por una persona altamente egoísta, prepotente y alto grado de negativa incluso para hacerse daño a uno mismo de forma inconsciente y hacer daño a los demás. Tiene bastante que ver con la falta de autoestima y un patrón mental de me hago daño a mí y hago daño a los demás y me convierto en una persona con una energía destructiva en casi todo.
Así podríamos llegar a un entendimiento en el que muchos patrones mentales y enfermedades tienen una relación directa con el sistema craneosacral. Por ejemplo, yo también intuyo que todas las hernias discales son por que los tejidos circundantes tienen unas tensiones o fulcros inerciales que desvían las vértebras y los discos intervertebrales. Que disolviendo y enderezando esos fulcros inerciales los tejidos se relajarían y la hernia discal desaparecería. Se podrían examinar muchas lesiones y sus cargas psicológicas y entablar una relación directa. Claro está que un estudio serio y responsable sobre estos asuntos seria largo y costoso. El mundo en general tendrá que evolucionar mucho más para llegar a entender estos niveles de energía y salud tan sutil.
Si el movimiento respiratorio primario esta distorsionado, desviado o simplemente es inexistente, tenemos que entender que existe un hecho traumático en dicha zona, sea físico o psíquico., tenemos que animar al organismo a descargar dicha energía para recuperar el MRP. Una técnica buena para la descarga es el desenroscamiento fascial y el punto de parada, entre otras, en estos casos puede aparecer movimientos vibratorios en el sistema corporal que estamos tratando, los dejaremos que sucedan. Esto lo debemos de tomar como que las fuerzas traumáticas están empezando a descargarse.
Esto no quiere decir tener que revivir las emociones del pasado, de hecho pocas veces he podido recordar acciones del pasado, si no simplemente desde el presente mueves la energía y ésta se libera y ya está.
Michael Kern. Traducción: Tara Blasco del libro de Michael Kern.
El reflejo en las mareas
En un nivel profundo de funcionamiento, las expresiones rítmicas del Aliento de Vida son un barómetro claro y preciso de nuestros procesos mentales y emocionales. De este modo, percibiremos que la cualidad de las fases del movimiento respiratorio primario es clara, vital y suave cuando están presentes la alegría, serenidad y felicidad. Por el contrario, cuando hay tristeza, miedo o desaliento, la respiración primaria muestra restricciones, debilidad o estancamiento. Una falta de confianza se puede manifestar como vacilación, y la ansiedad como temblor. Algunos terapeutas establecen incluso una correspondencia entre los estados mentales y emocionales y el modo en que el movimiento craneosacral expresa sus ciclos rítmicos de flexión y extensión. La flexión craneosacral (con la expansión de lado a lado) se puede aso-ciar con la acción y la extroversión, mientras que la fase de extensión corresponde a la pasividad e introversión. Dependiendo de cómo han sido crea-do los patrones inerciales en los tejidos del cuerpo, la persona podrá tener una estructura predominantemente en flexión o en extensión. A su vez, esta predominancia del movimiento craneosacral hacia la flexión o la extensión puede estar asociada con estados mentales. De todos modos, estas cualidades de movimiento son generalizaciones que no siempre se aplican a cada caso particular. Feedback circular
La fragmentación del movimiento respiratorio primario se correlaciona con una fragmentación del funcionamiento de la totalidad de la persona. Los patrones fisiológicos y las experiencias emocionales se perpetúan mutuamente. La influencia de la mente en la materia y de la materia en la mente parece ser un sistema de feedback circular, en el cual cada uno afecta al otro. A medida que encarnamos las experiencias psicológicas, los patrones corporales fijados influencian nuestra experiencia. Lo que denominamos conciencia y nuestra expresión física son un continuo. Cuando nuestro continuo mente-cuerpo-emoción se alinea armoniosamente, el Aliento de Vida se manifiesta con integridad y equilibrio.
Experiencia emocional
Las lesiones físicas pueden estar asociadas con emociones particulares. Si los tejidos se contraen para protegernos de la tensión o el trauma, los sentimientos que tenemos en ese momento pueden permanecer como elemento presente en la con-tracción. Las emociones fuertes y poderosas como el terror o la desesperanza contribuyen en el desarrollo de la inercia. La impronta de una emoción a menudo juega un papel significativo en el mantenimiento de un patrón inercial. De este modo, un fulcro puede incluir tejidos, fluidos y potencias que se han vuelto inerciales y contener, al mismo tiempo, emociones, sentimientos, creencias y puntos de vista que han quedado igualmente atrapados.
Experiencias congeladas
Aunque es natural e inevitable experimentar sufrimiento en nuestras vidas, este puede quedar atrapado en el cuerpo y continuar mostrándose en ciclos repetitivos como experiencias congeladas, si no somos capaces de liberarnos de ellas. De este modo, cargamos con nuestras experiencias físicas y emocionales como si fuera un equipaje extra que formara parte intrínseca de nuestras vidas. Esto, a menudo, ocurre a nivel inconsciente. Cualquier tensión nueva que tengamos que enfrentar se verá coloreada por nuestro condicionamiento previo. Como es bien sabido, vemos el mundo según el color de las gafas con las que lo estamos mirando. Por ello nuestras respuestas ante situaciones nuevas parecerán un disco ralla-do, que sigue reacciones preestablecidas que nos mantienen atrapados en el pasado en lugar de permanecer abiertos y movernos en el presente. Como consecuencia de ello, la expresión de nuestra matriz original de salud se verá fragmentada.
Reacciones desmedidas
En ocasiones, nuestros traumas previos se ven reestimulados con un mínimo de provocación. Si existe demasiada energía o potencia acumuladas detrás de un patrón inercial, nuestras reacciones serán muy poderosas. Si además existen emociones intensas asociadas a este patrón, nuestra res-puesta podrá ser como la de una bomba de relojería preparada para estallar en cualquier momento. De este modo, al reestimular viejos traumas, nuestras reacciones emocionales pueden ser desmedidas y desproporcionadas. Los casos de extrema sensibilidad y frecuentes estallidos emocionales son buenos ejemplos de ello.
El papel del tejido conjuntivo
Aunque la inercia psicológica se puede manifestar en cualquier parte del cuerpo, parece que el tejido conjuntivo juega un papel especialmente importante en el almacenamiento de estas experiencias como memorias tisurales. La interconexión de fascias a lo largo del cuerpo ofrece a menudo un medio muy apropiado para el almacena-miento de las energías emocionales atrapadas. Por ejemplo, la rabia contenida puede manifestarse en un diafragma restringido como tensión en el plexo solar, que a su vez puede conducir a problemas digestivos y dolor de espalda. La interconexión de las fascias mantiene esta situación. Cuando se accede a estados de equilibrio en los tejidos fascia-les, las fuerzas inerciales que mantienen este tipo de contracciones pueden resolverse. Habitualmente, en este momento, las emociones asociadas surgen a la superficie. Las memorias de los tejidos
Para resumir, podemos decir que nuestras emociones, actitudes y patrones de estructura y función se reflejan, estimulan y mantienen entre sí. Las experiencias emocionales y las creencias psicológicas dan forma a los tejidos del cuerpo y estos, a su vez, nos predisponen a expresar ciertas emocionales y actitudes. El cuerpo y la mente se sostienen mutuamente. Cuando los pensamientos y emociones fluyen libremente, nuestras experiencias pueden ir y venir sin apegos. Sin embargo, las experiencias psicológicas repetitivas o que nos sobrepasan pueden volverse inerciales y, de este modo, almacenarse en el cuerpo en forma de memoria en los tejidos. Según Ken Dychtwald, el cuerpo se convierte en «un almacén de emociones y creencias». Las fuerzas inerciales que quedan atrapadas pueden mantener las memorias en los tejidos mucho después de que el suceso estresante haya ocurrido. De este modo, las emociones siguen repitiéndose cíclica-mente sin llegar a resolverse. Consecuentemente, un fulcro inercial puede estar compuesto por una serie de capas distintas: Contener una contracción que afecta al movimiento de tejidos y fluidos, junto con emociones asociadas que han quedado envueltas en los tejidos y, a su vez, todo ello estar siendo mantenido por fuerzas subyacentes que se han vuelto inerciales. A menudo las emociones y actitudes son los elementos que juegan el papel más importante en el mantenimiento de la inercia de los tejidos. Esta inercia sólo se podrá disipar si encontramos los recursos, el espacio y las habilidades para liberar las experiencias atrapadas. El elemento fundamental del tratamiento craneosacral reside en crear las condiciones que permitan soltar estas experiencias. Para ello, es fundamental acumular y favorecer la expresión de nuestros recursos intrínsecos. Este proceso en ocasiones implica tomar conciencia de la emoción asociada con la inercia, pero no siempre es necesario. Muchas veces, las cosas se disuelven… si estamos preparados para ello. Por otro lado, la recapitulación de las emociones traumáticas, en lugar de ser un acto terapéutico, puede retraumatizarnos, si no tenemos los recursos para revivir estas experiencias manteniendo un claro sentido de nosotros mismos. MICHAEL KERN es terapeuta Craneosacral, Osteópata y Naturópata con consulta en Londres. Es cofundador de la Craniosacral Therapy Educational Trust (Fundación Educativa para la Terapia Craneosacral) en Inglaterra, profesor del Colegio de Osteópatas, de la Asociación Craneal Internacional y de la Universidad de Westminster. También imparte cursos de Terapia Craneosacral en Estados Unidos, Suiza e Italia. Michael Kern
En resumen, los ritmos craneales son patrones rítmicos y sutiles de movimiento que se perciben en el sistema craneosacral durante una sesión de terapia craneosacral. Estos ritmos, como el IRC y el IRME, son indicadores del funcionamiento y equilibrio del sistema y se utilizan como guías para el terapeuta en el diagnóstico y tratamiento. La restauración de la fluidez y armonía de los ritmos craneales contribuye a mejorar la salud y el bienestar general del individuo.