Axiomas de la terapia sacro cráneo
Los axiomas de la terapia sacro craneal, también conocida como terapia craneosacral, son principios fundamentales que guían esta forma de terapia manual. Estos axiomas son los siguientes:
- El cuerpo es un sistema unitario: Se considera al cuerpo como una unidad integral en la que todas las partes están interconectadas y se afectan mutuamente. No se trata solo de abordar los síntomas o problemas aislados, sino de trabajar con el cuerpo en su totalidad.
- El cuerpo tiene una capacidad innata de autocuración: Se reconoce que el cuerpo posee una sabiduría interna y una capacidad natural para sanarse a sí mismo. La terapia sacro craneal busca facilitar y potenciar este proceso de autocuración, liberando las restricciones y bloqueos que impiden el flujo óptimo de la energía y la salud.
- El ritmo craneosacral es una manifestación de la salud: El ritmo craneosacral es un ritmo sutil y rítmico que se puede sentir en el sistema nervioso central, particularmente en el cráneo y el sacro. Este ritmo se considera un indicador de la salud y el equilibrio del cuerpo. El terapeuta sacrocraneal trabaja para armonizar y mejorar este ritmo, lo que a su vez promueve la salud y el bienestar general.
- El cuerpo guarda la historia de las experiencias: Se reconoce que el cuerpo almacena las experiencias y las emociones pasadas, y que estas pueden manifestarse en forma de restricciones y tensiones en los tejidos y sistemas del cuerpo. La terapia sacrocraneal busca liberar estas tensiones y permitir que el cuerpo se libere de las cargas emocionales y traumas pasados.
- El terapeuta es un facilitador: El terapeuta sacrocraneal no impone cambios en el cuerpo, sino que actúa como un facilitador del proceso de curación del paciente. A través de toques suaves y sutiles, el terapeuta trabaja en colaboración con el sistema del paciente, respetando su ritmo y respuesta individual.
Estos axiomas proporcionan una base teórica y filosófica para la terapia sacrocraneal y guían la forma en que se aborda y se trabaja con el cuerpo. Al aplicar estos principios, se busca restaurar el equilibrio, la armonía y la salud en el sistema craneosacral y en el cuerpo en su conjunto.
Axiomas de la terapia sacro cráneo
1: No dañar. No realizar manipulaciones violentas ya sean físicas o psíquicas. Tratar al paciente con todo el amor posible y con suavidad. Esto es de lo más fácil en esta terapia, ya que el proceso curativo se realiza a través de unas manos sensibles y a través de una transmisión de energía curativa.
2: La homeostasis: El cuerpo siempre busca la salud y el mejoramiento. El cuerpo tiene la inteligencia innata para curarse, gracias al sistema nervioso central y periférico. A este proceso se le llama homeostasis, es decir, la capacidad que tiene nuestro organismo para re-encontrar su equilibrio después de sufrir una perturbación cualquiera, ya sea física, mental o bioquímica. Dicho de otro modo, la homeostasis es la fuerza natural que consigue mantener dentro de los límites fisiológicos normales todos los procesos que tienen lugar en el organismo.
Hay dos sistemas orgánicos principales encargados de mantener el poder homeostático en el cuerpo: el sistema nervioso y el endocrino. Más adelante explicaremos cómo funcionan y reaccionan estos sistemas.
Cuando se produce un corte en la piel, se rompe un hueso o se daña un órgano, es la inteligencia innata del cuerpo la que nos hace recobrar la salud. Si este proceso no se realiza significa que el cuerpo no tiene la suficiente energía para su auto-curación.
El cuerpo tiene una inmensa capacidad de auto-regularse. Realiza aproximadamente mil millones de reacciones por segundo, entre las químicas, nerviosas, propioceptivas, receptivas, musculares etc., de aquí que resulte tan importante no interferir en su ritmo y poder natural.
Esto nos lleva al concepto de la circulación. La ley de la arteria, de Taylor Still, el fundador de la osteopatía y primero en exponer esta ley.
La ley de la arteria o libre circulación
La ley de la arteria de los doctores osteopáticos actuales dicen que, si una zona no realiza movimiento alguno, el riego sanguíneo no le llega con facilidad. O sea que el movimiento de las articulaciones y del cuerpo en general conlleva a un correcto aporte de riego sanguíneo a las zonas.
Todo en el cuerpo humano está hueco, no hay absolutamente nada lleno.
Los descubrimientos de la física cuántica sobre las estructuras del átomo sitúan grandes espacios vacíos entre los átomos y sus partes. Incluso la materia más densa se compone principalmente de espacio vacío.
El autor y científico George Meek ha explicado que las porciones sólidas (masa) del cuerpo se componen de un 75 – 80 % de agua. Teniendo en cuenta las distancias entre los átomos de esta materia, resulta que más del 90% del cuerpo corresponde a espacio vacío. Para ayudar a comprender esto este autor pone el ejemplo de que, si un átomo del cuerpo tuviera el tamaño de una manzana, el siguiente átomo estaría situado entre 1.000 y 3.000 Km. de distancia. De esto se desprende que la materia orgánica sólida se compone principalmente de espacio vacío ocupado por campos electromagnéticos.
Si la naturaleza ha dotado de espacios huecos a todos los tejidos, huesos etc., es porque algo tiene que circular por ese espacio vacío.
Por ejemplo, los nutrientes y la sangre circulan por muchos espacios huecos. Sabemos que todo lo que circula está vivo y que lo que no circula se estanca, se pudre y se convierte en patológico. En un espacio donde no hay oxígeno, se produce un ambiente anaeróbico y todo tiende a pudrirse antes.
Las aguas superficiales de los ríos o canales que no circulan se convierten en aguas putrefactas.
Hay que hacer que todo vuelva a la libre circulación.
Lo primero que debe volver a la libre circulación es la sangre, que es el sistema nutricional, y lo segundo es el líquido del tejido nervioso, El líquido cefalorraquídeo, un fluido que junto con la sangre se encuentra por todo el organismo, en el interior de las fascias, la la zona llamada aracnoides.
El líquido cefalorraquídeo circula por el interior de las fascias y se debe procurar que circule libremente por todo el cuerpo.
Cuando hay un estancamiento sanguíneo suceden cambios en la zona afectada. Lo primero que se modifica es el PH de la sangre que se manifiesta en un aumento de su acidez y éste a su vez repercute en los tejidos circundantes haciendo que éstos se corroan y entren en un proceso degenerativo. Éste es el proceso denominado autolisis, donde el cuerpo se come a sí mismo.
El mejoramiento del riego sanguíneo mejora el PH de la sangre y por lo tanto el estado de los tejidos. Lo mismo le pasará a su hermano, el sistema linfático, que se encarga de recoger los residuos metabólicos que el sistema sanguíneo no puede, o no llega a recoger.
Con mayor motivo si este sistema linfático se estanca aumenta el PH de la linfa con la consecuente acidificación y corrosión de los tejidos. Como estos sistemas son hermanos y van juntos, con seguridad si se estanca uno se estanca el otro. Todos los problemas de salud se resumen en que hay algo que no está circulando.
Es ahí donde el masajista inicia su trabajo a través de manipulaciones para mejorar la libre circulación de los fluidos.