Líquido cefalorraquídeo
El líquido cefalorraquídeo (LCR) es un líquido transparente y acuoso que se encuentra en el cerebro y la médula espinal. Cumple diversas funciones importantes en el sistema nervioso central.
El LCR se produce principalmente en los plexos coroideos, que son estructuras especializadas dentro de los ventrículos cerebrales. Luego circula por los espacios subaracnoideos alrededor del cerebro y la médula espinal, así como en los ventrículos cerebrales.
Entre las funciones del LCR se encuentran:
- Protección: El LCR actúa como un amortiguador que protege al cerebro y la médula espinal de golpes y lesiones físicas.
- Nutrición: El LCR suministra nutrientes esenciales a las células del sistema nervioso central y ayuda a eliminar productos de desecho y toxinas.
- Regulación del ambiente: El LCR ayuda a mantener un ambiente químico y eléctrico adecuado para el funcionamiento óptimo de las células nerviosas.
- Transporte: El LCR facilita el transporte de hormonas, neurotransmisores y otros compuestos químicos necesarios para la comunicación y coordinación del sistema nervioso.
El análisis del LCR puede proporcionar información importante sobre la salud del sistema nervioso central. Se puede realizar una punción lumbar para obtener una muestra de LCR y analizarla en busca de signos de infección, inflamación u otras condiciones médicas.
En resumen, el líquido cefalorraquídeo desempeña un papel vital en la protección y funcionamiento adecuado del sistema nervioso central. Su producción, circulación y composición equilibrada son esenciales para mantener la salud y el bienestar del organismo.
Líquido cefalorraquídeo
El líquido cefalorraquídeo o fluido cerebro espinal rodea el cerebro y la médula espinal protegiendo y nutriendo el sistema nervioso central. Este fluido cerebroespinal hace pulsar las membranas que lo contienen las meninges dentro del cráneo y de la columna vertebral. Esta pulsación sobre todo es longitudinal, asciende y desciende a lo largo de la columna vertebral. El doctor Sutherland llamó a esta pulsación la fluctuación inherente del fluido cerebro espinal y la consideró el primer principio del sistema craneosacral.
Este líquido cefalorraquídeo se fabrica en la cabeza, a través del plasma sanguíneo. Un 95% del FCE es segregado por los plexos coroideos de los terceros ventrículos y los ventrículos laterales y el resto el 5% de la producción del LCR es producido continuamente por todo el epitelio del SNC.
Parte del fluido se distribuye en el cerebro por el espacio subaracnoideo, mientras el resto pasa a través del agujero de Munro al cuarto ventrículo, donde se produce más fluido. De ahí pasa a través de la cisterna magna hacia el espacio subaracnoideo superior del cerebro y baja por la piamadre espinal. El espacio subaracnoideo vacía a la circulación sanguínea a través de los vellos aracnoideos en el seno sagital superior.
En resumen, el LCR circula alrededor del cerebro y de la médula espinal en el espacio subaracnoideo y también por el interior del cerebro y de la médula en los compartimentos de que constan los ventrículos, las cisternas, el canal central de la médula y los diversos canales que conectan estos espacios.
El líquido cefalorraquídeo es producido de forma rítmica por los plexos coroideos. Su producción y su circulación están directamente relacionadas con los hechos o procesos que nos suceden a lo largo del día. El ritmo cráneo sacral se detiene cuando hay cambios, para ayudar a integrarlos y bombea cuando las cosas están en su estado normal o por lo menos en un estado asimilado.
El ritmo del sistema cráneo-sacral es un estado ampliado de la actividad del cerebro. Por ello emociones como el estrés provocan una reacción en el sistema nervioso.
Debido a su papel funcional, anatómico y estructural del sistema membranoso cráneo-sacral se le llama membrana central. Es en realidad una membrana continua, con compartimentos que contiene un sistema de presión hidrostática altamente especializado. Esta membrana central se extiende desde el cerebro a toda la médula espinal y existe en equilibrio con la tensión y presión de los otros tejidos y fluidos del cuerpo.
Líquido cefalorraquídeo
El hábitat del sistema nervioso central, o sea el recubrimiento, el fluido donde se alberga el sistema nervioso central y la médula espinal es el tan especializado líquido cefalorraquídeo, sustancia altamente cualificada para cuidar y mantener el órgano más importante y sensible del cuerpo humano, el cerebro y la médula espinal.
La función del líquido cefalorraquídeo es la de proteger, alimentar, lubricar, ayudar en la función eléctrica al sistema nervioso central, entre otras. O sea, proporciona el medio más adecuado para la supervivencia y función del principal sistema de coordinación y comunicación del cuerpo humano. Tanto el cerebro como la médula espinal son los órganos más protegidos del cuerpo, contenidos dentro del armazón del cráneo y de la columna vertebral respectivamente y fortificado por una gran cantidad de músculos y ligamentos. El sistema nervioso central es un sistema semi-cerrado, guardado por el maravilloso mecanismo de la barrera hemato cefálica, un tejido muy especializado, que también gracias a su permeabilidad especifica aísla eficazmente la circulación del líquido cefalorraquídeo de los demás líquidos del cuerpo, como la sangre venosa, la arterial, de la linfa y del líquido extracelular, al mismo tiempo que permite una comunicación esencial y selectiva con ellos.
El líquido cefalorraquídeo (LCR) o fluido cerebro espinal es segregado en un 95% por los plexos coroideos del tercer ventrículo y los ventrículos laterales. Parte del fluido se difunde en el cerebro por el espacio subaracnoideo, mientras el resto pasa a través del agujero de Munro al cuarto ventrículo, donde se produce más fluido. De ahí pasa a través de la cisterna magna hacia el espacio subaracnoideo inferior del cerebro y baja por la meninge espinal, por toda la columna vertebral, el sacro y al final circula por todo el organismo.
El líquido cefalorraquídeo circula por todo el sistema nervioso central de modo ordenado y por un canal de una sola dirección, y siendo eventualmente reabsorbido por las vellosidades aracnoideas del seno sagital y devuelto al sistema venoso.
El espacio subaracnoideo en el cráneo vacía a la circulación sanguínea a través de los vellos aracnoideos en el seno sagital superior, aunque primero el LCR debe atravesar la pequeña apertura tentarais que rodea el mesencéfalo.
O sea que el LCR esta en constante cambio, entra nuevo líquido y se elimina el viejo al riego sanguíneo a través de las vellosidades aracnoideas.
La producción del líquido cefalorraquídeo se realiza de forma controlada y rítmica. Los plexos coroideos fabrican el líquido cefalorraquídeo de forma pulsátil a bombeos rítmicos y este fluido circula por todo el circuito de fascias. Este sistema relativamente de nuevo descubrimiento forma un circuito de campo hidráulico semi-cerrado.
Es gracias a este sistema de llenado y vaciado que se produce los micro-movimientos de todo el sistema cráneo-sacral, en especial interés la bisagra esfeno-basilar, una sincondrosis. El LCR ejerce un empuje de fuerzas en todas las direcciones desde los cuerpos cavernosos donde se forma el LCR. Y como la ley física nos dice que los líquidos no se pueden comprimir, se produce ese movimiento de expansión y contracción.
Entonces el líquido cefalorraquídeo que se produce en el plexo coroideo del tercer ventrículo pasa por el agujero interventricular de Monro al plexo coroideo del tercer ventrículo. De aquí baja por el acueducto cerebral de Silvio al plexo coroideo del cuarto ventrículo. Aquí tenemos dos aberturas, la abertura lateral, o agujero de Luschka y la abertura media o agujero de Magendie que drena el líquido cefalorraquídeo hacia la médula espinal y hacia la aracnoides craneal subiendo por detrás del cerebelo. El fluido espinal baña todas las terminaciones nerviosas que controlan nuestras funciones fisiológicas básicas como la respiración y el látido del corazon.
La fascia que envuelve a la médula espinal y al cráneo se les llama meninges y está formada por la Dura Madre, el Aracnoides y la Pía Madre.
El líquido cefalorraquídeo circula por un saco semi-hermético en el interior de la fascia que rodea al cráneo y a la médula espinal. Justo en el espacio central de la fascia, o sea en el espacio subaracnoideo es por donde circula este LCR. El líquido cefalorraquídeo es muy nutritivo y a la vez hace de conducción neuro-eléctrica. Es como una batería de coche que realiza un proceso galvánico y para ello necesita de los iones, especialmente del Na, K y Ca que el LCR transporta para facilitar la actividad eléctrica del SNC.
El sodio (Na+) es el ión más abundante en el LCR, en el LEC y en el plasma, representando el 95% del total de los cationes de estos líquidos
Esta actividad eléctrica es básica y necesaria para la función neurológica, para la generación y distribución del potencial de acción del SNC, de nuestro cerebro. Éste líquido es de vital importancia en la salud de las sustancias nerviosas, llena los ventrículos cerebrales, rodea al cerebro, a la médula espinal y a la vaina de los nervios periféricos, e incluso se ha descubierto que se encuentra en todas las partes del cuerpo en mínimas proporciones, en el interior de las fascias, en concreto en la parte media, en la aracnoides. Las pulsaciones del fluido cerebro espinal o líquido cefalorraquídeo llegan a las partes más distales del cuerpo acariciando a todos los nervios y células que influyen en las funciones esenciales del cuerpo.
Este líquido nos sirve de protección, de nutrición y de eliminación. El LCR nos transporta ciertas sustancias nutritivas como la glucosa, tan necesaria para el cerebro y sirve de depósito a corto plazo para otras sustancias esenciales. Nuestro cerebro no tolera fácilmente las fluctuaciones de glucosa en ninguna dirección. Un nivel elevado de glucosa en el cerebro provoca el coma diabético y un bajo nivel provoca el coma insulínico. Además, al cerebro se le debe de suministrar los adecuados niveles de iones, vitaminas, aminoácidos, etc.
El LCR nos protege el cerebro, la médula y la pared ósea, como si de un colchón hidráulico se tratara. Su densidad idéntica a la sustancia cerebral evita el aplastamiento contra la caja craneal en los descensos brutales de velocidad. El líquido cefalorraquídeo transporta hasta las células nerviosas los elementos nutritivos de la sangre y elimina los desechos. Circula entre los ventrículos, recorriendo un sinuoso camino a través de estrechos orificios para entrar en un espacio entre el cerebro y la caja craneana, donde es absorbido, este líquido envuelve e incluso se infiltra en muchos nervios craneales.
Parece que el líquido cefalorraquídeo hace también la función linfática en el interior del cerebro. El líquido cefalorraquídeo también se difunde unidireccionalmente desde los ventrículos a través del parénquima cerebral, o sea de la masa cerebral, hacia el líquido cefalorraquídeo externo del cerebro el que se encuentra justo debajo de la bóveda craneal. En este camino se vierten proteínas y metabólicos como el agua metabólica al cerebro. Algunos de los productos residuales del cerebro se vierten en el líquido cefalorraquídeo y son vertidos en el seno sagital superior hacia la sangre venosa a través de las vellosidades aracnoideas.
Una vez mas nos damos cuenta que el trabajo cráneo-sacral esta dedicado a mejorar esta función, la de hacer que el líquido cefalorraquídeo circule por el interior del cerebro, alimentando todas las células y drenando los productos residuales de todo el tejido cerebral. Gracias a la acción rítmica del sistema cráneo-sacral, por tanto al libre movimiento de todos los huesos craneales se mejora considerablemente la circulación del líquido cefalorraquídeo por todo el parénquima cerebral.
La presión en el sistema aracnoideo del líquido cefalorraquídeo es de unos 130 Mm. H20 (10mm. hg.) en reposo. Un valor normal esta entre 70 a 180 Mm. H20. Esta presión es bastante mayor que la de los espacios intersticiales del resto del cuerpo y ligeramente mayor que la presión arterial. La presión del líquido cefalorraquídeo está regulada principalmente por tres factores, el nivel de producción del líquido cefalorraquídeo, el nivel de absorción de las granulaciones aracnoideas y el estado del sistema cráneo-sacral. Las fluctuaciones de estos niveles, son los responsables de la fluctuación de presión del líquido cefalorraquídeo es lo que percibimos como impulso respiratorio primario.
La acumulación de este líquido se traduce en hidrocefalia. En medicina tradicional se conocen muchos casos de enfermedades muy diversas por motivo de la falta de circulación o en menor caso por exceso de circulación del líquido cefalorraquídeo. Cualquier fallo en la libre circulación de este fluido puede acarrear todo tipo de patologías, ya que empeora y se reduce la interconexión de todos los sistemas del cuerpo con el sistema nervioso central. O sea la comunicación neuro-eléctrica del sistema nervioso central con todo el organismo se reduce considerablemente y el cuerpo entra en decadencia y prematuro envejecimiento. Por falta de comunicación y alegría vital el cuerpo se deteriora en vez de rejuvenecerse. Algo se sabe sobre la existencia de una sustancia que se fabrica en el cerebro y que circula por el líquido cefalorraquídeo que provoca e induce al sueño. Todavía estamos lejos de entender y demostrar científicamente todos los factores del cerebro y del sistema cráneo-sacral.
Composición del líquido cefalorraquídeo
Aunque para su producción se utiliza la materia bruta del plasma sanguíneo, su composición difiere de su origen en la composición de electrolitos y en el hecho de que está relativamente exento de proteínas. Su producción está clasificada como secreción más que como un simple filtrado. También existen componentes no celulares y algunas macromoléculas.
La composición del LCR es principalmente agua con algunos elementos disueltos como:
- Glucosa: El alimento del cerebro. Sus niveles son inferiores a los del LEC. El cerebro debe de sacrificar gran parte de la función corporal, para conservar sus niveles de alimentación esenciales constantes.
- Ácido monocarboxílico.
- Aminoácidos. Son transportados a través de la BCH por uno de los tres transportes, dependiendo de su estatus, como ácido neutro o base. Dependiendo de la dieta y del PH existe una competición en la entrada de aminoácidos al LCR. Por ejemplo, el triptófano, compite con otros cinco aminoácidos neutros similares. El triptófano es el precursor en la síntesis cerebral de la serotonina, uno de los seis neuro-transmisores definidos. Un descenso en el aporte del triptófano al cerebro puede provocar un descenso similar en la cantidad de serotonina sintetizada en el cerebro. Un incremento de su provisión contribuye a la inhibición competitiva de otros aminoácidos neutros y esenciales.
- Ácidos nucleicos: Incluye transportes especiales para la adenina y nucleótidos
- Colina (amina)
- Hormonas
- Vitaminas: Predomina especialmente la del grupo B
- Electrolitos: El equilibrio electrolítico cerebral es también una homeostasis delicadamente mantenida.
El LCR está en libre equilibrio con el líquido intersticial cerebral, cuya firme composición es vital para el mantenimiento de la integridad funcional del cerebro.
- Otros valores del LCR son:
- Volumen: 150 ml.
- Peso específico: 1.007
- Glucosa: 65 MG/100ml
- PH: 7,35
- Cloruros (Nac1): 120-130 MEQ/1
- Gamma globulina: 6-13%
Proteínas totales (aminoácidos): Lumbar: 15-45 MG % cisternal 10-25 MG % ventricular 5.15mg%
El líquido cefalorraquídeo tiene una presión y las venas tienen otra presión distinta. A menor riego sanguíneo hay mayor posibilidad de trastorno. Por ejemplo, en un dolor de cabeza hay falta de riego sanguíneo.
Si la túnica o membrana del cráneo de cada sutura se abre y el líquido cefalorraquídeo no hace presión, la túnica se puede romper.
En la flexión el cráneo se llena de líquido cefalorraquídeo, se ensancha por los laterales y se acorta en la parte antero-posterior.
Flexión: el occipital desciende hacia atrás, las alas del esfenoides descienden hacia delante, ambas van en sentido contrario. Este movimiento se realiza gracias a la semi- articulación sincondrosis esfeno-basilar.
En la extensión sucede que ambos van hacia arriba (el occipital y el esfenoides).
Con el pulgar y el índice en las alas mayores del esfenoides, es decir, los dedos en las sienes, tenderán a bajar. Este es el movimiento correcto de flexo-extensión craneal.
Las técnicas de la osteopatía craneal son de suma importancia y utilidad para normalizar los huesos del cráneo y la libre circulación del líquido cefalorraquídeo.
El terapeuta craneosacral percibe esta pulsación llamada Aliento de Vida o movimiento respiratorio primario y ayuda a restablecer la salud inherente de la persona mediante toques suaves o con la intención o simplemente con su presencia, ya que el Aliento de Vida a través del núcleo de su Ser se reestructura el solo.