El origen de la terapia sacro cráneo
La terapia sacrocraneal, también conocida como terapia craneosacral, tiene su origen en la osteopatía. Fue desarrollada por el osteópata y médico estadounidense William Sutherland a principios del siglo XX.
Sutherland fue alumno de Andrew Taylor Still, considerado el padre de la osteopatía. Durante su formación y práctica clínica, Sutherland comenzó a explorar y estudiar la estructura y función del cráneo, la columna vertebral y el sistema nervioso central.
En sus investigaciones, Sutherland observó sutiles movimientos rítmicos en los huesos del cráneo y su relación con el flujo de líquido cefalorraquídeo y el sistema nervioso. Basándose en estas observaciones, desarrolló la terapia sacrocraneal como un enfoque terapéutico para restaurar el equilibrio y la armonía en el sistema cráneo-sacral.
La terapia sacrocraneal se basa en la idea de que el cráneo, la columna vertebral y el sacro están interconectados a través de las membranas y líquidos que los rodean, y que cualquier restricción o desequilibrio en estas estructuras puede afectar la salud y el bienestar general.
El terapeuta de terapia sacrocraneal utiliza técnicas manuales suaves y sutiles para evaluar y tratar las restricciones y disfunciones en el sistema cráneo-sacral. Estas técnicas incluyen la palpación y manipulación suave de los huesos del cráneo, la columna vertebral y el sacro, así como la facilitación del movimiento de los fluidos corporales.
La terapia sacrocraneal se utiliza para tratar una amplia gama de condiciones y síntomas, incluyendo dolores de cabeza, trastornos del sistema nervioso, disfunciones del sistema musculoesquelético, estrés y tensiones emocionales, entre otros.
A lo largo de los años, la terapia sacrocraneal ha evolucionado y se ha integrado en diferentes enfoques terapéuticos, como la osteopatía, la medicina complementaria y alternativa, y la fisioterapia. Hoy en día, es practicada por profesionales de la salud en todo el mundo y continúa siendo una modalidad terapéutica popular y efectiva para promover la salud y el bienestar.
El origen de la terapia sacro cráneo
El origen de la terapia sacro cráneo está en la osteopatía, que nace en 1874 con Andrew Taylor Still (1828-1917).
Taylor Still decía que todo lo que vive fluye. El movimiento es vida, si la movilidad de los tejidos está limitada, si la inervación de los mismos puede verse afectada, se producirá una reducción de la aportación de nutrientes y una menor retirada de sustancias metabólicas de desecho, con lo que el tejido perderá vitalidad. El efecto palanca que usaba Still sobre los huesos reducía la presión sobre nervios, arterias y venas.
La filosofía de Taylor Still dice que para que se produzca la autocuración hay que tener en cuenta lo siguiente:
- La unidad funcional del cuerpo.
- El poder curativo de la naturaleza. El cuerpo dispone de todo un sistema para recuperar la salud.
- Cualquier disfunción del sistema músculo-esquelético afecta a la salud y a la recuperación de la misma.
- La estructura del cuerpo y la función interaccionan. La estructura gobierna la función y la función influye en la estructura.
- La terapia manipulativa influye positivamente en la restauración de la salud integral de la persona.
El dice en su autobiografía:
El Cuerpo entendido como una Máquina. “El cuerpo humano es una máquina movida por una fuerza invisible llamada vida, y para que pueda funcionar correctamente la sangre, los nervios y las arterias han de circular libremente desde su origen a su destino.”
La Osteopatía deduce que la capacidad específica o general de todos los nervios han de estar libres para poder viajar por todas las partes del cuerpo sin ningún impedimento, que pueda producirse por la dislocación de un hueso, un músculo, arteria, vena o nervio estirado, contracturado o encogido. Cuando están alargados o encogidos están fuera de su estado normal, y todas sus funciones en y para la vida, han de tener estricta obediencia a la ley de la fuerza, que se encuentra en el corazón, el cerebro y todo el sistema sensorial.
Si tienes un minucioso y práctico conocimiento a través de la anatomía y la fisiología, de la forma y las funciones de la maquinaria de la vida y la salud, y la tratas como lo haría un ingeniero fisiológico habilidoso, entonces, estás listo para decirle a los médicos, no hemos encontrado ningún lugar en todo el cuerpo en el que pueda sustituirse nada, salvo la muerte en lugar de la vida. Quita todas las obstrucciones, y cuando lo has hecho inteligentemente, la naturaleza con mucho gusto hará el resto. A.T Still. Autobiografía 1908. Cap. XXVIII
“¿De quién o de qué depende esta máquina humana para tener esta fuerza que la mueve?”. Es un fuerza con la que todo este preciso trabajo, en movimiento continuo, tranquila, heroicamente, y con infinita precisión, transportando y repartiendo sus elementos bien preparados a cada una de las estaciones donde la construcción debe recibir y unirse sin queja alguna con la siguiente fuerza motriz; cuya función es el mantenimiento de todos los vasos, canales y vías para el transporte de todas las sustancias, limpias y purificadas gracias a los poderes de renovación de los fluidos que circulan con libertad que alisan, lubrican y reciben el agua que proviene de los grandes sistemas de acueductos que conocemos como los linfáticos, que vienen de los huesos, nervios, vasos sanguíneos, estómago, intestinos, corazón, hígado, riñones y cada principio conocidos o vaso que contiene alguno de los sabiamente preparados fluidos vitales, desde el átomo de la concepción hasta el niño formado en el momento de nacer, el joven, hombre, mujer, animales de la tierra, aves del aire, peces del mar, la tierra misma, y todas las estrellas y mundos, y los ángeles que revolotean alrededor del “trono”. Todo ha de tener, y no puede funcionar sin la mayor fuerza conocida (electricidad), que somete a las autoridades voluntarias e involuntarias de la vida y la mente, gracias a las cuales los mundos reciben el impulso y los seres se mueven. A.T STILL. «Autobiografía» (1908).
Poco después, en 1895, el Dr. Palmer desarrolló el principio quiropráctico. Los quiroprácticos y los osteópatas han arrojado mucha luz sobre la relación que existe entre la función, la estructura y el sistema nervioso humano.
Ambas disciplinas terapéuticas postulan que la curación es inherente al cuerpo y que lo único que el terapeuta puede hacer es contribuir a que ésta se produzca por medio de manipulaciones que alivien la tensión acumulada en la columna vertebral y en otras partes del cuerpo.
El primero en investigar el “Mecanismo Respiratorio Primario” a finales del siglo pasado, fue el Dr.W.Sutherland, discípulo del padre de la osteopatía, el doctor Taylor Still (1828-1917). El doctor Still fue uno de los pioneros de la medicina holística. Buscó durante toda su vida la rearmonización del hombre con la naturaleza. Su forma de abordar la curación rechazaba la cirugía y las drogas, solamente utilizadas como última medida. Principalmente se apoyaba en un sistema de manipulación del cuerpo, que denominó osteopatía; ejercicios físicos y consejos sobre el estilo de vida. Fundó en 1892 la primera escuela, la American School of Osteopathy, en Kirksville. Los principios de esta otra medicina basada en leyes naturales revolucionaron la medicina de su época.
El doctor W. Sutherland (1873-1954) viendo la sofisticada anatomía craneal tuvo una intuición a principios de 1900, “los huesos del cráneo tienen que estar construidos para permitir un movimiento respiratorio”. Con esta primera inspiración en el año 1901 el doctor W. Sutherland comienza una vida de búsqueda e investigación desarrollando lo que hoy se llama la Terapia Cráneo-Sacral. No fue fácil su camino ya que como todo pionero, que aporta nuevas ideas, tuvo muchos problemas incluso dentro del campo de la osteopatía. Dedicó más de 30 años a estudiar la anatomía del cráneo y experimentó de diferentes maneras, aplicando presión en huesos concretos del cráneo y viendo la relación que tenían con diferentes disfunciones y cambios emocionales. Desarrolló un sistema de examinación y tratamiento de los huesos del cráneo consiguiendo muy buenos resultados, basado en la idea de que los huesos no están soldados sólidamente, sino que hay un micro movimiento o flexibilidad a través de las suturas en que se separan los huesos.
En el año 1948, a la edad de 75 años, el doctor Sutherland hace un cambio de paradigma en el concepto craneal. Tiene una segunda inspiración y quizás la más importante. Observó un problema que se liberó desde el interior del cliente, sin su fuerza o presión sino por el poder intrínseco de la persona. Hasta ahora estaba preparado para buscar el movimiento, el eje de rotación, la restricción y la descompensación en el movimiento y ayudarlo (al sistema) a moverse mejor. Ahora reconoció que el movimiento era justo el resultado de fuerzas más profundas en juego, y por debajo del movimiento existían estados de bienestar y calma más profundos. La orientación de su trabajo cambia radicalmente: para de hacer los protocolos y test de movimiento de huesos y membranas y comienza a trabajar y a cooperar con la potencia del sistema como conductor de la inteligencia innata del cuerpo. Comenzó a llamar a las fuerzas con la que estaba en contacto «el Aliento vital», fuerza dinámica que crea constantemente al ser humano. Posteriormente unas líneas importantes de osteópatas salvaguardaron y desarrollaron estas ideas. Por otra parte, ha habido un amplio desarrollo de esta técnica, apoyado en diferentes trabajos de investigación en laboratorio (especialmente entre los años 1960 y 1980 en Estados Unidos), que han confirmado y ampliado los descubrimientos de Sutherland.
En realidad, el terapeuta no impone nada sobre el cuerpo de la persona, sino ayuda al poder autocorrector del organismo. Por eso en Estados Unidos el terapeuta cráneo-sacral se llama facilitador. Y también es la causa de que esta terapia tan suave como efectiva, es segura y conveniente para personas de todas las edades. Desde adultos hasta niños y bebés, así como después de una operación o en condiciones de fragilidad, complementando el tratamiento médico o psicológico. Si no hay una patología concreta, la terapia nos ayuda a eliminar tensiones y bloqueos y a vivir la vida más plenamente, aumentando la vitalidad corporal. Algunas patologías en que más comúnmente se aplica la terapia son: dolores de cabeza de tipo migrañoso o tensional; dolores y problemas de espalda y de aparato locomotor; tensión muscular; alivio del dolor; problemas articulares; problemas de oído, vista o boca; problemas digestivos; sinusitis y neuralgias faciales; estrés, ansiedad, cansancio crónico; traumas infantiles, niños hiperactivos; secuelas de accidentes; problemas emocionales.
Parte básica del trabajo son las técnicas de los “puntos de quietud” (stillpoint), manipulaciones revitalizantes del sistema craneal. Tienen un efecto meditativo, relajante y activador de las fuerzas de autocuración del organismo.
Es muy posible que en la antigüedad conocieran acerca de la flexibilidad del cráneo, tal vez en el antiguo Egipto, en el Tíbet o en las antiguas civilizaciones mayas o aztecas. Parece que en estas civilizaciones remotas deformaban sus cráneos cuando eran bebés para aumentar sus capacidades intelectuales e incluso para fomentar sus poderes extrasensoriales.
Hoy en día muchos de los grandes maestros espirituales nos hablan de que las personas más espirituales tienen sus cráneos blandos, tienen sus suturas abiertas, con mucha flexibilidad en todo su sistema cráneo-sacral. Ahora sabemos con certeza que la flexibilidad craneal, la relajación craneal, conlleva la posibilidad de aumentar nuestra sensibilidad y nuestro poder personal, así como mejorar nuestra inteligencia y sabiduría.
Hace más de un siglo, nace la Osteopatía en EEUU de la mano de A. Taylor Still. Esta medicina se edifica al margen de la medicina tradicional de entonces, basándose en el conocimiento profundo de la anatomía y el funcionamiento corporal, y cuya terapéutica. se apoya única y exclusivamente en un tratamiento manual, sin mediar ni aparatos, medicinas u otros medios que no sean las manos del terapeuta y el cuerpo del paciente. Uno de sus discípulos observo la peculiaridad de la caja craneal, y se planteó desde un principio de que, si existían unas suturas craneales que separaban los diferentes huesos del cráneo y no se producía una calcificación de dichas suturas hasta avanzada edad, quizás sería porque algún tipo de funcionalidad debían tener en mantener separados los huesos craneales, y se planteó que quizás fuera algún movimiento entre ellos. Así estudio la caja craneal durante más de tres décadas hasta publicar su primer trabajo, en el que estableció los ejes de movimiento entre los huesos craneales y las correspondencias que existían con el resto del cuerpo.
Aquel trabajo se amplió y profundizo por muchos de sus discípulos, pero solo fue en los últimos años de su vida en los que trascendió la visión más mecánica del funcionamiento craneal.
Desde entonces, en que acuño el termino Aliento de Vida para la expresión máxima de la esencia de SER en forma de mareas, otros discípulos y profesionales han trabajado en la materia, Rollin Becker, James Jealous, Viola Frymann, H. Magoun, etc.
De la Osteopatía craneal como se le denomina a esta vía de trabajo, se trascendió este mismo trabajo a otros profesionales terapéuticos no Osteopatía, y estos a su vez crearon sus propias escuelas o difundieron los conceptos y bases del modelo craneal, de los cuales también han salido grandes profundizadores del trabajo, Mike Boxhall, Franklin Sills, Michael Kern, etc. De la evolución de ese trabajo, es lo que hoy podemos denominar Terapia y Osteopatía Craneosacral.
Las Terapias manuales convencionales
Las terapias manuales convencionales tratan el trastorno articular, muscular, ligamentoso, circulatorio, etc., aplicando una fuerza con las manos para trabajar la biomecánica del cuerpo ayudándose de la gravedad, las resistencias, las palancas, manipulaciones o ejercicios. Estas técnicas siempre tratan el efecto, el trastorno biomecánico, pero no la causa que lo originó. Sin embargo, en la terapia cráneo-sacral hacemos un viaje que va desde el efecto a las posibles causas.
Las terapias manuales convencionales se han basado en manipulaciones físicas tales como masajes, palancas articulares, estiramientos, desbloqueos, etc. que se han caracterizado por sus técnicas de invasión del cuerpo.
Sin embargo, a partir de ahora, cuando trabajemos con la terapia cráneo-sacral dejaremos de lado dichas técnicas intrusivas para dar paso a la delicada escucha de cierto ritmo sutil que ha pasado inadvertido y que no es otro que el ritmo del líquido cefalorraquídeo. La calidad de nuestra existencia depende considerablemente de la calidad y ajuste de este ritmo, por lo tanto el equilibrio y ajuste de este ritmo será directamente responsable de nuestro bienestar.
Recordemos que éste no es un método invasor y que parte del principio de que el cuerpo es inteligente y capaz de realizar todas sus funciones, incluida la de restablecer su estado natural de salud. Por ello nos acercaremos a este ritmo tratando fundamentalmente de no entorpecerlo a la vez que le proporcionamos la ayuda que necesita.
Para mejorar nuestra salud y calidad de vida usaremos nuestra humildad y sentido común, así como nuestro corazón y buen obrar.
Repetimos pues que la terapia cráneo-sacral no es una terapia intrusiva.
En ocasiones nuestros tratamientos carecen de un enfoque global y nos limitamos a tratar el dolor, lo cual no es más que un efecto localizado de un problema mucho mayor que se nos escapa de las manos y de nuestra comprensión. A veces los síntomas de un paciente se suelen suceder ininterrumpidamente, sin que podamos frenar ni corregir las causas de sus males.
Se trata de hacer una medicina más humana, más asequible y más real.
A través de esta terapia trataremos el origen, la fuente del problema y dejaremos que el cuerpo reaccione y realice su propia e inteligente curación. Aquí mantendremos una relación entre el cuerpo, la psique y el alma.
Hay una frase que nos ayudará a entender la filosofía de esta terapia:
“La imaginación es más importante que el conocimiento”, como bien dijo Einstein. Es a través de la imaginación que luego se plasman las teorías del conocimiento.
Es como hacer un viaje del cerebro derecho hacia el cerebro izquierdo. Primero se crea la idea en el cerebro derecho, en la imaginación, para que tras analizarse en el cerebro izquierdo, en la razón, se pueda materializar.
Se ha demostrado que cualquier hemisferio cerebral puede hacer la función del otro.