Punto de quietud
El punto de quietud craneosacral es un concepto utilizado en la terapia craneosacral que se refiere a un estado de calma y quietud que se puede experimentar durante una sesión. También se conoce como el «punto de llegada» o el «punto cero».
Durante una sesión de terapia craneosacral, el terapeuta utiliza técnicas suaves de manipulación y palpación para evaluar y tratar la sutileza de los movimientos del sistema craneosacral, que incluye los huesos del cráneo, la columna vertebral y el sacro. A medida que el terapeuta trabaja con el sistema craneosacral, puede surgir un momento de quietud y serenidad, en el que los movimientos del sistema se vuelven más sutiles y rítmicos.
El punto de quietud craneosacral se considera un estado óptimo para la curación y la restauración del equilibrio en el cuerpo. Se cree que en este estado de quietud, el sistema nervioso se relaja, se liberan tensiones y bloqueos, y se promueve la autorregulación del cuerpo. Además, se puede experimentar una sensación de paz, claridad mental y conexión profunda durante este estado.
Cada persona puede tener una experiencia única del punto de quietud craneosacral, y no todos los individuos experimentan este estado durante una sesión de terapia. Sin embargo, muchos pacientes informan sentir una sensación de calma y bienestar después de una sesión de terapia craneosacral, lo que puede tener efectos positivos en su salud física, emocional y mental.
Es importante destacar que el punto de quietud craneosacral no es un lugar físico específico en el cráneo o en el cuerpo, sino más bien un estado de conciencia y una respuesta del sistema craneosacral a la terapia. Es un aspecto fundamental de la terapia craneosacral y puede ser utilizado como un indicador de progreso y transformación durante el tratamiento.
Punto de quietud
En una sesión sacro cráneo se puede realizar varios puntos de quietud en distintas partes del cuerpo. Esto incrementa la fuerza de la marea que a la vez transporta mejor la potencia del Aliento de Vida que luego se traduce en mayor vitalidad y salud integral.
Ponte en un estado neutral y ancla tus fulcros energéticos a tierra. Con la columna recta y el amor en tus manos, pon tus manos en la cabeza del cliente para percibir el aliento de vida, su dinamismo y su expresión. Deja que la marea venga hacia ti, relájate y deja que la marea se exprese. Hemos aprendido que la práctica del tacto por parte del terapeuta es suave y amable. Sentimos y percibimos esa fluctuación del líquido cefalorraquídeo en forma de marea, como una suave expansión y contracción o un llenado y vaciado. Podemos percibir la fluctuación de los fluidos dentro de las membranas como una cualidad acuosa. Se llena de fluido cerebroespinal y luego se vacía. Se puede notar también como una sensación magnética, una onda energética que te separa del cuerpo y vuelve a el. Si eres kinestésico esa onda magnética te puede representar las tensiones internas de las membranas, tejidos. De esta manera las tensiones físicas se representan en ondas electromagnéticas retorcidas tal como los tejidos se encuentran.
Este trabajo Biodinámico Craneosacral te pone en contacto con el núcleo de la persona y, se puede entender que es como estar con su esencia, con su espíritu. Podemos sentir su energía, su vitalidad y su salud. Con solo estar ahí la energía se mueve sola y correctamente, la sanación está sucediendo, solamente hay que tener paciencia para que el punto de quietud se produzca de forma espontánea.
Esta bomba hidráulica de llenado y vaciado realiza unos micro movimientos en los huesos craneales, en el sacro y en todo el organismo. La movilidad de las estructuras óseas permite acomodar el movimiento de los fluidos. Hay dos fases que se perciben muy claramente, la fase de inhalación y la de exhalación.
Fase de inhalación
En esta fase el fluido cerebroespinal asciende, las meninges se llenan de fluido así como los ventrículos cerebrales. Los huesos conectados con la membrana dural se expanden externamente para permitir este incremento de fluidos. Durante la inhalación la bóveda craneal lateral se ensancha, el esfenoides y el occipital se mueven en flexión y su articulación esfenobasilar se eleva un poco, las extremidades hacen una mini rotación externa. En esta inhalación el sacro y la 5 vértebra lumbar se abren un poco, el sacro acompaña al occipital de manera que el coxis se anterioriza un poco, es como un balanceo. También se puede sentir que el sacro se ensancha un poco, se expande. En esta fase de inhalación el fluido cerebroespinal se aleja del sacro, asciende hacia la cabeza. La sensación de las manos es como si el fluido se alejara de tus manos. En esta fase el cuerpo se encoje un poco, su estatura disminuye unas partes de milímetro.
Fase de exhalación
Durante la exhalación o extensión esfenobasilar estos movimientos son contrarios y se siente como un vaciado de los fluidos. El fluido cerebroespinal desciende y el sacro y la cisterna lumbosacra se llenan. El sacro rueda hacia arriba y como si se enroscara, alejándose de tu mano. Se puede sentir que el sacro en encoje un poco. En el cráneo los huesos conectados con la dura madre craneal se contraen ya que se realiza como un vaciado, el fluido se va hacia el sacro. El esfenoides y el occipital se mueven en extensión y la articulación esfenobasilar desciende un poco. Las extremidades rotan un poco internamente y el cuerpo se encoje y se estira unas partes de milímetro.
También se puede sentir esa marea de fluidos en el sacro ya que es un juego de poleas desde el occipital. En la zona del sacro está la cisterna lumbosacra que es donde más cantidad de fluido cerebroespinal se almacena. Esto se llama respiración primaria o Aliento de Vida.
Ahora deberás familiarizarte y tener experiencia en el uso de técnicas que modificarán la actividad rítmica del sistema craneosacro. Los fines no son otros que el descubrimiento, diagnóstico, tratamiento y pronóstico.
Comparadas con la palpación que has aprendido hasta el momento, las técnicas que modifican el ritmo craneosacro son técnicas muy suaves. Se trata de que el sistema craneosacro, el aliento de vida o respiración primaria realice por si solo una parada neurológica para luego vuelva con mejor potencia y ritmo.
Hay que aproximarse como harías con un niño tímido o un animal del que quieres ganarte la confianza. No hay que forzar el sistema craneosacro a que haga movimientos que no sean fisiológicos. El objetivo es simplemente impedir que retorne de un movimiento extremo por la vía usual, y animarlo a que halle una ruta nueva. Este descubrimiento encubierto de nuevas rutas introduce una movilidad añadida al sistema y a su reserva de movimientos.
Una de las formas más sencillas de aprender a modificar con suavidad el ritmo del sistema craneosacro es empezar por los pies. Mientras descansan los talones en las manos en movimiento, se «sintoniza» con la rotación externa (la fase de flexión del ritmo craneosacro), vuelta a la posición neutra, la excursión hacia la rotación interna (extensión craneosacra), etc., a medida que el ritmo se repite.
Mientras descubres este movimiento, contesta estas preguntas. ¿Parece simétrico el movimiento? ¿Giran los pies externa o internamente con mayor facilidad? Como ejemplo, digamos que el pie izquierdo gira más hacia fuera que el derecho, y que ninguno de los dos pies gira internamente con la misma facilidad o hasta donde lo hacen externamente. Para cambiar esta situación toda menos perfecta, acompaña ambos pies hasta la amplitud extrema de movimiento que puedan alcanzar con la máxima facilidad. En nuestro ejemplo, esto significa que acompañes ambos pies durante la rotación externa. Cuando los pies se hayan movido todo lo posible en rotación externa (en este caso, el pie izquierdo gira externamente más que el derecho), opón resistencia a que vuelva a la posición neutra deteniendo el movimiento con las manos. No hagas más fuerza en rotación externa; sólo opón resistencia a la vuelta a la posición neutra de los pies situados en posiciones extremas de rotación externa.
Mientras se opone resistencia a la vuelta a la posición neutra al aplicar una fuerza suave sobre los pies del sujeto, otro examinador, que vigila la cabeza, sentirá una resistencia sutil a la vuelta de los huesos del cráneo a la posición neutra y a la fase de extensión del ritmo craneosacro. La vuelta a la posición neutra y el movimiento de extensión se producirán en la cabeza, pero con menos facilidad. Este cambio perceptible en la cabeza se debe a la resistencia ejercida al manipular los pies del sujeto. A medida que el sistema craneosacro vuelve a la fase de flexión, apreciarás un movimiento añadido en rotación externa en uno o ambos pies.
Se sigue esta rotación externa muy de cerca. Se llega con cuidado al límite articular, igual que si mantuvieras un sedal de pesca tenso al sacar un pez del agua, o como mantendrías el parachoques delantero de un automóvil pegado al parachoques trasero de un coche que estás empujando. Cuando la rotación externa alcanza el límite de su nueva amplitud de movimiento y trata de volver a la posición neutra, las manos del terapeuta se vuelven de nuevo inamovibles. El resto del sistema craneosacro volverá a su pesar a la posición neutra. Luego, ante la nueva resistencia incrementada, pasará a la fase de extensión. Este proceso puede presenciarlo un examinador que controle la actividad situado a la cabeza del sujeto.
Cada vez que los pies giran un poco más externamente, se llega con cuidado al límite articular y se opone resistencia a la rotación interna. Después de algunas repeticiones (el número diferirá, por lo general entre 5 y 20), el movimiento total del sistema craneosacro se detendrá, completamente inmóvil. Esto se llama punto de quietud.
El punto de quietud se ha inducido por la resistencia que ejerce el terapeuta al movimiento fisiológico en los pies del sujeto. Suele anunciarse con irregularidades macroscópicas en el ritmo craneosacro que se manifiestan por todo el sistema. El sistema craneosacro puede estremecerse, pulsar o balancearse. Al tiempo que el terapeuta sigue ejerciendo resistencia a la vuelta a la posición neutra del movimiento fisiológico de los pies, la actividad del sistema craneosacro se detendrá finalmente.
Hemos registrado eléctricamente el punto de quietud durante parte de nuestro trabajo con el doctor Karni. A medida que nos acercamos al punto de quietud, el sujeto experimenta varios cambios. En nuestro sujeto hipotético, la excursión de la pierna izquierda en rotación externa fue mayor que la de la derecha. Ambas giraron externamente más de lo que lo hicieron internamente. Por tanto, podría deducirse que hay una disfunción somática en la articulación sacroilíaca derecha. Probablemente haya una restricción en una posición de flexión con el vértice del sacro anterior. A medida que la llegada al punto de quietud se vuelve inminente, es probable que el sujeto experimente una exacerbación del dolor presente en el área lumbar afectada, o la recurrencia de un dolor conocido y antiguo, ahora latente. El sujeto también experimentará cambios en los patrones respiratorios, y probablemente algo de transpiración. Prosigue ejerciendo resistencia hasta que el cuerpo haga un esfuerzo armónico y concertado contra la acción de las manos (en este caso, hasta que los pies giren externamente).
Durante el punto de quietud, todo se relaja. El dolor mencionado antes desaparece. La disfunción somática sacroilíaca tal vez se corrija de forma espontánea, en ocasiones con un «chasquido» apreciable. La respiración se torna muy relajada, y parece desaparecer toda tensión muscular.
El punto de quietud puede durar desde unos pocos segundos hasta unos minutos. Cuando concluye, el sistema craneosacro reanuda su movimiento, por lo general con una simetría mejor y una amplitud mayor.
Una vez inducido el punto de quietud, sólo hay que vigilar. Se repara en cualquier cambio en la cualidad y amplitud del movimiento de los pies. Si las excursiones en rotación interna y externa se restablecen con igualdad, y si mejora la simetría izquierda derecha del movimiento, no se requiere nada más. Si, a tu entender, el movimiento no es satisfactorio, tal vez repitas el procedimiento hasta llegar a otro punto de quietud. Cada repetición devolverá un poco más la anormalidad a lo normal y será beneficioso para el paciente.
Nunca hemos superado más de diez repeticiones con el punto de quietud durante la misma sesión de tratamiento. Sin embargo, no tenemos constancia de otro efecto secundario que una relajación extrema y somnolencia. Hay que soltar y dejar ir para poder recibir algo nuevo y el punto de parada te puede ayudar a esto.
El punto de quietud está contraindicado en casos de hemorragia intracraneal y aneurisma, porque los cambios en la presión del líquido intracraneal pueden ser perjudiciales para el paciente.
Con práctica, la técnica descrita para la inducción de un punto de quietud usando los pies puede aplicarse en cualquier parte del cuerpo. Es cuestión de determinar la dirección de mayor facilidad y amplitud de ritmo craneosacro fisiológico. Sigue este movimiento hasta su punto de quietud fisiológico, y opón resistencia a su vuelta. Llega al límite articular con cada ciclo hasta alcanzar un punto de quietud de la función del sistema craneosacro. Una vez se supere el punto de quietud y se reanude la actividad mejorada del sistema craneosacro, el terapeuta monitorizará y evaluará los nuevos patrones de movimiento fisiológico.
El punto de quietud se induce en la mayoría de los casos en la cabeza y el sacro. Las técnicas aplicadas en estas partes anatómicas suelen ser eficaces más rápidamente que cuando se aplican en otras partes del cuerpo. El objetivo es sencillamente modificar la actividad del sistema craneosacro.
La técnica del CV 4
El punto de quietud alcanzado mediante la aplicación de la técnica sobre el occipital del sujeto se llama tradicionalmente técnica de «CV-4». CV-4 supone la compresión del cuarto ventrículo. En este caso, el cuarto ventrículo es el ventrículo del cerebro. El doctor Sutherland, creador de esta técnica (SUTHERLAND, 1939), creía que estaba comprimiendo el cuarto ventrículo del cerebro y, por tanto, influía en los centros nerviosos vitales localizados en éste y en las paredes del ventrículo.
La escama del occipital permite la acomodación a la presión cambiante del líquido intracraneal. La técnica de CV-4 reduce de modo significativo la capacidad de acomodación de las escamas. La presión hidráulica del líquido intracraneal aumenta, por tanto, y se reconduce a lo largo de todas las otras vías disponibles cuando el movimiento de la escama del occipital se restringe extrínsecamente. En consecuencia, la técnica de CV-4 favorece el movimiento del líquido y su intercambio. La mejora del movimiento del líquido siempre es beneficiosa excepto en casos de hemorragia intracraneal en que la formación de trombos mejora con la estasis, y en casos de aneurisma cerebral en los que el cambio de la presión intracraneal podría causar una fuga o una rotura.
La técnica de CV-4 afecta la actividad del diafragma y el control autónomo de la respiración, y parece relajar el tono del sistema nervioso simpático en un grado significativo. He empleado a menudo esta técnica para reducir la hipertonía simpática crónica de pacientes estresados. Siempre se espera una mejoría funcional vegetativa como resultado de la inducción del punto de quietud.
Clínicamente, esta técnica es beneficiosa en casos en que lo indicado es una técnica de bombeo linfático (MAGOUN, 1978). Se ha conseguido bajar la fiebre hasta 4″ F en 30-60 minutos. Relaja todos los tejidos conjuntivos del cuerpo y, por tanto, es beneficiosa para las lesiones musculo esqueléticas agudas y crónicas. Es eficaz en los procesos artríticos degenerativos, tanto para la congestión cerebral como pulmonar, para regular los dolores del parto y como medio para reducir el edema postural.
La técnica de CV-4 es un tratamiento en perdigonada muy sencillo para multitud de problemas, porque mejora el movimiento hístico e hidráulico, y restablece la flexibilidad de la respuesta vegetativa.
Como terapeuta, forma un cuenco con las manos de modo que los pulgares formen una V. El vértice de la V formada por los pulgares debe hallarse a nivel de las apófisis espinosas de las vértebras cervicales II y III. Las eminencias tenares se posan sobre la escama del occipital, mediales y evitando por completo las suturas occipitomastoidea.
A medida que se estrecha el occipital del sujeto durante la fase de extensión del ciclo del sistema craneosacro, este movimiento es seguido por las eminencias tenares. Cuando el occipital del sujeto trate de ensancharse durante la fase de flexión del ciclo craneal, deberás oponer resistencia a este proceso de ensanche. Las manos quedan inmóviles y no ejercen presión alguna. A medida que se produce el estrechamiento del occipital durante la fase de extensión, se alcanzará el límite articular siguiendo el estrechamiento del occipital. Se opone de nuevo resistencia al ensanchamiento del occipital durante la fase de flexión del movimiento del sistema craneosacro. Este procedimiento se repite hasta que el ritmo craneal se reduzca y desorganice, terminando por detenerse, temporalmente, pero por completo.
Cuando se produzca esta detención del ritmo craneal, se habrá inducido el punto de quietud. Éste se mantendrá durante un número variable de segundos o minutos. Cambiará la respiración del sujeto, y a menudo aparecerá una ligera transpiración en la frente. Se observará una relajación apreciable del cuerpo.
A cabo de unos minutos, se apreciará que el occipital del sujeto trata una vez más de dilatarse en la fase de flexión del ciclo rítmico del sistema craneosacro. Cuando notes un movimiento bilateral fuerte y concertado, deja de oponer resistencia. Sigue este ensanchamiento y evalúa la amplitud y simetría del ritmo craneosacro.
También puede inducirse un punto de quietud en cualquier parte de la cabeza del sujeto aplicando los mismos principios de seguimiento del movimiento hasta su extensión extrema, y oponiendo resistencia a la vuelta a la posición neutra hasta que se interrumpa temporalmente la actividad rítmica.
Todo el mundo tiene diversos ritmos en el cuerpo. Está el ritmo cardíaco: el corazón late entre 60 y 80 veces por minuto. También está el ritmo respiratorio, por el que inspiras y espiras entre 15 y 20 veces por minuto. Por debajo de estos ritmos hay otro ritmo llamado ritmo craneosacral (RCS). Este ritmo hace que tu cabeza se expanda y estreche levemente, y tu columna se alargue y acorte ligeramente, en un esfuerzo por intercambiar y hacer circular el fluido cerebroespinal. Este ritmo es de 6 a 12 ciclos por minuto. Las membranas que rodean tu cabeza y tu columna actúan como una pequeña bomba hidráulica que extrae este fluido claro de la sangre, baña con él el cerebro y la médula espinal, y después lo devuelve al circuito sanguíneo. De esta manera el fluido cerebroespinal se filtra y renueva. Este fluido es importante porque abastece de nutrientes al sistema nervioso central, se lleva los productos de desecho y actúa como fluido protector que recubre el cerebro y la médula espinal.
El ritmo cardíaco puede sentirse en el cuello, las muñecas y los tobillos. El ritmo de los pulmones se puede sentir en los hombros, cuello, pecho y vientre. Como estos otros ritmos, el ritmo craneosacral puede sentirse en la totalidad del cuerpo: las piernas, la pelvis, el sacro, los hombros y la cabeza.
Punto de quietud Craneosacral
Lo que se hace en la Terapia Craneosacral es retener el ritmo y observar cómo el cuerpo se mueve muy suavemente para liberarse. A medida que lo hace se producen liberaciones, y las restricciones corporales cambian. De modo que retenemos y esperamos las liberaciones. Las liberaciones se producen en forma de color, pulsación y tirones musculares. A veces los ojos parpadean o se pueden producir sonidos como de borboteo en el tubo digestivo. Puede sentir que una parte de su cuerpo se suaviza, o que cambia y se ensancha suavemente. También puede cambiar el ritmo de la respiración. Una reacción común al tratamiento es un profundo sentimiento de relajación.
Con la terapia puede ocurrir que su cuerpo se quede muy quieto antes o durante el proceso de liberación. Ése es un punto especial, porque es un detector de significado para su cuerpo. A veces, cuando su cuerpo está descansando sobre el colchón de aire y las manos del terapeuta escuchan el ritmo de su sistema craneosacral, su cuerpo podría moverse a la misma posición en la que estaba cuando se hizo daño. Esto suele ocurrirle a la gente que siente dolores y disfunciones causados por deslizamientos, caídas, accidentes de tráfico y sucesos traumáticos, como ser golpeado en una pelea. Su ritmo se detiene automáticamente, y empiezan a producirse liberaciones. Se entra en un punto de quietud al que llamamos detector de significado, porque la posición a la que se mueve el cuerpo, o lo que usted piensa, suele ser parte importante (significativa) del proceso de curación y liberación de los traumas.
Inducción al punto de quietud en el sacro
Para inducir un punto de quietud en el sacro, la mano del terapeuta descansa sobre aquél. Se sigue el movimiento sacro durante la fase de flexión o extensión, sea cual fuere la que parezca ofrecer mayor excursión. Se opone resistencia durante varios ciclos al intento del sacro del paciente por volver a la posición normal hasta que cese el movimiento inherente del sistema craneosacro. Ya se ha inducido el punto de quietud.
Varios factores pueden tenerse en cuenta al seleccionar el punto del cuerpo del paciente donde inducir el punto de quietud. La selección puede basarse en la conveniencia cuando, p. ej., el terapeuta está sosteniendo el sacro o los pies y no quiere alterar el cuerpo del paciente cambiando de posición. Tal vez se base también en un deseo de controlar el efecto del punto de quietud inducido en una parte dada del cuerpo. El contacto manual con las partes del cuerpo dolorosas es innecesario porque, con la práctica, los puntos quietud se inducen en casi cualquier parte del cuerpo del paciente. El movimiento tal vez se palpe en una región del cuerpo con una restricción cuando el terapeuta quiera evaluar el efecto de un punto de quietud sobre la restricción de esa área. El método más conveniente para monitorizar este efecto es posar la mano o manos sobre el área en cuestión durante el procedimiento.
La inducción de un punto de quietud en las extremidades cuando, por ejemplo, se intenta evaluar y tratar a un paciente pediátrico que no coopera es un medio excelente para obtener su cooperación. La experiencia del punto de quietud es agradable para los pacientes. El niño aprende pronto a asociar el tacto con la experiencia placentera del punto de quietud. La cooperación se asegura con esta asociación y se crea el ámbito para iniciar un proceso terapéutico mutuamente beneficioso. Es beneficioso para el terapeuta, por la satisfacción que le reporta y por la experiencia formativa. Una vez conseguida la confianza y cooperación, podrá aplicarse un tratamiento más específico y eficaz. Recomendamos sobre todo este método para desarrollar el entendimiento y la cooperación con niños autistas.