Puntos neurovasculares
Los puntos neurovasculares son áreas específicas del cuerpo que se considera que están asociadas con el sistema nervioso y el flujo sanguíneo. Estos puntos fueron descubiertos y desarrollados por el Dr. George Goodheart, fundador de la kinesiología aplicada.
Los puntos neurovasculares se encuentran en la cabeza, el cuello, el pecho, el abdomen y la espalda, y se cree que están relacionados con órganos y sistemas específicos del cuerpo. La estimulación de estos puntos a través de la presión suave con los dedos puede ayudar a equilibrar el flujo de energía y el flujo sanguíneo en el cuerpo.
Existen diferentes puntos neurovasculares, cada uno asociado con un órgano o sistema específico. Por ejemplo, el punto neurovascular del corazón se encuentra en el esternón, mientras que el punto neurovascular del hígado está en el abdomen. La estimulación de estos puntos se realiza aplicando una presión suave con los dedos durante unos segundos o minutos.
Se cree que la estimulación de los puntos neurovasculares puede ayudar a equilibrar el funcionamiento de los órganos y sistemas asociados, mejorar la circulación sanguínea, aliviar la tensión y promover el bienestar general. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la estimulación de los puntos neurovasculares no sustituye el tratamiento médico convencional y se utiliza generalmente como una terapia complementaria.
Si estás interesado en utilizar los puntos neurovasculares como parte de tu enfoque de bienestar, es recomendable buscar la orientación de un profesional capacitado en técnicas de kinesiología aplicada u otras terapias que incorporen la estimulación de estos puntos. El terapeuta podrá evaluar tus necesidades individuales y utilizar los puntos neurovasculares de manera adecuada para ayudarte a lograr el equilibrio y el bienestar.
Puntos neurovasculares
LOS PUNTOS NEUROVASCULARES
Al inicio de los años treinta, un famoso quiropráctico californiano, el doctor Terence Bennet, descubrió unos puntos en la cabeza que tenían, según él, influencia sobre la vascularidad o riego sanguíneo de los distintos órganos y estructuras corporales.
El procedimiento seguido por Bennet era tocar de cierta manera estos puntos, observando al mismo tiempo y mediante un aparato llamado fluoroscopio, los efectos que se producían en el riego sanguíneo de diferentes órganos.
Lamentablemente, los avances conseguidos por Bennet quedaron truncados por su temprana muerte producida por la exposición a las radiaciones a que estuvo sometido durante sus experimentos.
A mediados de los años sesenta, George Goodheart descubrió que podía devolver la fuerza a un músculo débil estimulando algunos de los reflejos estudiados por Bennet. Expliquemos de pasada que se entiende por músculo débil aquel que reacciona a la fuerza de la prueba con una flexibilidad constante, sin cerrarse.
Estos reflejos se dieron a conocer bajo el nombre de «reflejos neurovasculares». Goodheart prosiguió sus trabajos, estableciendo la relación de dichos reflejos con los músculos y órganos específicos.
De todos modos, antes de ser asociado con la kinesiología aplicada, el descubrimiento hecho por Bennet sobre los reflejos neurovasculares se utilizaba exclusivamente de una forma empírica. Tuvo que ser la asociación muscular la que proporcionara un método verdaderamente objetivo para poder evaluar los efectos logrados al estimular el reflejo.
En 1973, el desarrollo de la localización terapéutica permitió que se comprendiera todo lo concerniente al reflejo neurovascular. Quedó demostrada entonces la exactitud de las investigaciones llevadas a cabo por Bennet y Goodheart.
Dos años después, en 1975, Goodheart empezó a utilizar equipos de «biofeedback» (un método clínico de diagnóstico para medir la respuesta de ciertos tejidos ante un determinado estímulo) con el reflejo neurovascular. De esta manera se pudo observar la eficacia de la estimulación de los puntos neurovasculares mediante un cambio de temperatura registrado en un monitor térmico. La respuesta se mantenía de forma regular en pacientes con problemas vaso motrices. En el caso en que la respuesta era contraria a la deseada, se encontraba un fallo neurolinfático, del fluido cerebro-espina, o una deficiencia nutricional.
Los reflejos neurovasculares, en su mayoría, se encuentran ubicados en la cabeza; y se cree que consiguen su relación con sus órganos específicos y músculos asociados a medida que se desarrolla el embrión. Pero también se han descubierto, además de la cabeza, otras partes del cuerpo en las que se pueden encontrar nuevos puntos de localización. Estos últimos todavía se hallan en fase de investigación pero se cree que en el futuro serán fundamentales para la terapia eficaz de numerosas patologías.
El sistema vascular está compuesto por arterias, venas y capilares. Las arterias conducen la sangre rica en oxígeno desde el corazón al resto del organismo. Las venas, por el contrario, se encargan de llevar esa misma sangre, ya desprovista de oxígeno, de nuevo al corazón. Las redes capilares se encargan de hacer llevar la sangre hasta los puntos más distantes de nuestra anatomía.
Durante los períodos de baja actividad vascular, el riego sanguíneo circula, sobre todo, por los vasos principales sin adentrarse mucho en los estratos capilares. El aumento de actividad se corresponde con un mayor aporte de sangre a estos mismos capilares.
El reflejo neurovascular, cuya estimulación favorecerá la corrección de los posibles desajustes circulatorios, debe ser tratado mediante un contacto muy ligero de la yema de los dedos. Se estira la piel de ese punto hasta sentir una pulsación. En el caso de que no se apreciase dicha pulsación habría que cambiar el ángulo de estiramiento.
El tiempo de estimulación del reflejo neurovascular no debe superar los veinte segundos, si bien hay casos que se puede estar unos 30 segundos.
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