Tejido conectivo y emociones
El tejido conectivo es un componente clave en el cuerpo humano que está presente en diferentes formas, como las fascias, los tendones, los ligamentos y los huesos. Además de brindar soporte estructural y mantener la integridad de los tejidos, el tejido conectivo también puede influir en las emociones y el bienestar general de una persona.
El tejido conectivo está interconectado en todo el cuerpo y forma una red tridimensional. Esta red puede transmitir y almacenar información, incluidas las señales emocionales. Las emociones pueden tener un impacto en el tono y la tensión de los tejidos conectivos. Por ejemplo, el estrés crónico o las emociones negativas pueden provocar una contracción y tensión excesivas en el tejido conectivo, lo que puede resultar en molestias físicas y restricciones en el movimiento.
A su vez, trabajar con el tejido conectivo a través de técnicas como la liberación miofascial puede ayudar a liberar la tensión emocional almacenada en el cuerpo. Al aflojar y relajar los tejidos conectivos, se puede facilitar la liberación de emociones reprimidas y promover un mayor equilibrio y bienestar emocional.
Es importante tener en cuenta que la relación entre el tejido conectivo y las emociones es compleja y multifacética. Las emociones también pueden influir en la postura, el movimiento y la respiración, lo que a su vez puede afectar la salud y el estado del tejido conectivo. Por lo tanto, abordar tanto el aspecto físico como el emocional a través de enfoques holísticos puede ser beneficioso para promover una salud óptima.
Tejido conectivo y emociones
El tejido conectivo y emociones están interrelacionado con la membrana dural. Todo tejido conectivo del cuerpo es una membrana continua que rodea y envuelve todos los demás tejidos. Cada nervio espinal que sale de la columna vertebral esta envuelto por un manguito dural, este luego se convierte en fascia y tejido conjuntivo que envuelve al nervio hasta su lugar de destino. De ahí la interrelación entre las fascias corporales y la dura madre que rodea el sistema nervioso central. Pues el tejido conectivo o tejido conjuntivo es influenciado por las emociones y pensamientos de la persona, es sensible a las energías y guarda la memoria de esta.
Las tensiones del tejido conectivo albergan emociones bloqueadas o patrones de pensamiento. En ese momento que tu recibes un golpe, un trauma emocional, accidente, miedo, etc. tu cerebro desconecta en parte tu mente analítica y conecta en parte tu mente reactiva, es un circuito que la ciencia lo tiene bien definido. Esta mente reactiva es de supervivencia y graba todo lo sucedido incluso el pensamiento y emoción que se tenga en ese momento. Todo esto se queda grabado en el tejido conectivo junto con la tensión correspondiente.
Esta relación entre los patrones de tensión de los tejidos, las reacciones emocionales y mentales y las respuestas de supervivencia forman parte de tu experiencia humana. Esta experiencia a lo largo de tu vida se puede verse repetida en contextos totalmente diferentes y hacerte responder en conductas irracionales. A esto se le llama bloque emocional y mental o engrama. Grabación en la memoria celular de un hecho del pasado que se repite. Aquí es donde la terapia craneosacral ayuda a liberar estas memorias que son verdaderos problemas para tu conducta.
Así que claramente tenemos memoria celular y memoria de los tejidos, esto es un hecho que puedes corroborar en muchas terapias y en la psicología. Entonces la mente de la persona, las emociones, la programación de su sistema nervioso forman parte de la experiencia de la persona. Cuanto más repitamos estas experiencias y estos sentimientos mas nos identificamos con ellos. Así que nos definimos con relación a nuestros patrones mentales, emocionales y de conducta y los identificamos con el Yo. Entonces vivimos nuestra vida en función de estos patrones condicionados en lugar de vivirla en función de la esencia original de nuestro Ser. La terapia craneosacral biodinámica puede ayudar a liberar estos patrones condicionados de la experiencia humana.
Tu cerebro es una súper computadora que tiene almacenada toda tu información: tus creencias, miedos, traumas más profundos de tu niñez, transgeneracional e incluso vidas pasadas. No es tu mente consciente la que está manifestando tu vida, es tu mente subconsciente la que crea quien eres y lo que tienes.
Tu mente subconsciente funciona como un software viejo, sin actualizar y lleno de virus. El virus de tu mente subconsciente es toda la programación que has recibido, como tus creencias limitantes y miedos, los cuales no han sido actualizados con los programas deseados ideales para crear y manifestar lo que realmente quieres. Es por eso es que esos programas obsoletos siguen funcionando en modo automático y manifestando en tu vida aquello que no deseas experimentar. Educa a tu mente, crece con luz y consciencia para que tu mente no se convierta en tu peor enemigo.
Una persona tal como ha sido tratada y educada en la infancia así se comportará cuando sea adulta. Lo que nos hicieron de pequeño, tendemos ha hacer lo mismo nosotros de adulto.
Los traumas emocionales de la infancia alteran el cerebro y se asocian a conductas agresivas. Los menores que han sido víctimas de abuso emocional, con mucha frecuencia, presentan un alto riesgo de convertirse en adultos violentos y agresores. Algunos de estos individuos presentan alteraciones de una región del cerebro llamada corteza orbito frontal, sin embargo, el vínculo directo entre el trauma psicológico y los cambios neurológicos ha sido difícil de comprobar.
Un estudio publicado en revista Translational Psychiatry, en su edición del 15 de enero de 2013, logró demostrar, por primera vez, una correlación entre el trauma psicológico al que fueron sometidas un grupo de ratas pre-adolescentes y los cambios que se observaron en ciertas zonas de sus cerebros durante la adultez, a su vez, asociados a conductas agresivas frecuentes y sostenidas.
Igualmente, los autores señalaron que los cambios neurológicos tanto estructurales como funcionales observados en las ratas son similares a las alteraciones que presentan los cerebros de algunas personas que manifiestan conductas muy violentas.
El estudio fue realizado por un equipo de investigadores del Laboratorio de Genética Conductual de la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (EPFL), en Suiza.
Las ratas afectadas por el trauma cambiaron su conducta, se hicieron más agresivas y presentaban niveles altos de estres y de la hormona testosterona, la cual se ha asociado a la agresividad.
Los investigadores después de evaluar la conducta de los animales estresados examinaron sus cerebros. Las ratas estresadas presentaban muy poca activación de la corteza orbito frontal, que es la región del cerebro que modera los impulsos agresivos. Simultáneamente, presentaban una mayor activación de la amígdala, una zona del cerebro responsable de la expresión de impulsos y emociones como la agresividad, el miedo, la rabia y la ansiedad.
Otros investigadores que han estudiado el cerebro de personas que presentan conductas violentas han reportado hallazgos similares a los observados en las ratas estresadas.
Como tema más importante tenemos que saber que cualquier trastorno psíquico como el estrés, el miedo, el enfado, la ira, la depresión, o cualquier emoción negativa produce una tensión y acortamiento del tejido fascial. Tales circunstancias provocan dolores y molestias en la misma zona o en otras partes del cuerpo mas alejadas, debido a la tensión reciproca de membranas o tejido fascial. Todas las fascias están unidas y forman una perfecta interrelación en todas partes del cuerpo.
Muchos bloqueos mentales a lo largo de nuestra vida, hoy en día todavía tienen repercusión en nuestras membranas craneales internas y en muchas partes del organismo. Tensiones profundas e internas que están constantemente, las 24 horas al día activas, tensas, agotándonos y degenerando los tejidos e impidiendo la libre circulación de los líquidos.
Este hecho tan real como desconocido nos va creando, formando o cultivando un montón de posibles enfermedades y verdaderos puntos débiles de salud. Estamos llenos de tensiones internas, tensiones fasciales, que normalmente son provocadas por un traumatismo físico o por un bloqueo emocional o mental no asimilado correctamente. Esta circunstancia hace que la pulsación del líquido cefalorraquídeo se vea también afectada, provocando fallos de comunicación del organismo con el sistema nervioso central. Esto es un proceso degenerativo.
Por tanto ya sabemos que los sucesos mentales y emocionales implican tensión somática y de igual manera la tensión corporal tiene implicaciones mentales y o emocionales. El terapeuta ayuda a eliminar la tensión somática y el paciente debe de estar preparado por si le vinieran recuerdos de experiencias pasadas con su emoción asociada. A menudo este hecho puede pasar inadvertido o resultar doloroso. El paciente puede o no asociar la liberación somática con algo relacionado con la represión inconsciente de una experiencia pasada y el sentimiento-emoción asociado a ella.
La observación de este hecho nos trae el entendimiento de que es muy posible que estemos llenos de energía psíquica reprimida o no asimilada por todo el organismo, provocándonos una acumulación de estrés en el cuerpo.
Las enfermedades psicosomáticas
Se denomina así a cualquier perturbación que se manifiesta en el cuerpo y que su origen es psíquico. Hoy en día la ciencia médica sabe que más del 80% de las enfermedades tienen un origen y fundamento en el mundo psíquico. Aunque también pueden existir enfermedades somático-psíquicas, las que tendrán un origen en alguna parte física del cuerpo con repercusiones psicológicas, aunque estas son las menos corrientes.
La relación de la mente sobre el cuerpo está cada vez más clara en muchos ámbitos sociales, profesionales, educativos, etc.. Del mismo modo que las enfermedades físicas influyen en nuestro estado de ánimo y nos provocan temor, miedo o preocupación, muchos problemas psicológicos provocan síntomas físicos definidos y cuantificables.
Las enfermedades psicosomáticas son muy frecuentes, se dice que más del 80% de la enfermedades tienen algo de psicosomático.
El mundo psicológico es un camino que desde hace bien poco estamos estudiando y comprendiendo. La psicología y la psiquiatría son ramas de la medicina bastante nuevas y actuales. Anteriormente a su estudio actual la sociedad tenía otros medios y personas que podían hacer este papel. Por ejemplo para expresar los problemas o circunstancias que una persona necesitaba descargar en la antigüedad lo hacían los amigos u otros, por ejemplo en las tabernas o sitios de reunión. El que atendía la taberna era una especie de psicólogo o psiquiatra que tenia que escuchar y arreglar muchos problemas de sus clientes que hacen el papel de pacientes.
Esto nos recuerda que la salud es cosa de todos, todas las personas de todas las sociedades somos responsables de la salud global e individual.
Debemos de querer aprender de la salud cuantos más miembros de una comunidad mejor. El terapeuta o sanador se centra en el mal funcionamiento físico, psicológico y espiritual. La cura más efectiva es la que afecta a los niveles psicológicos de la personalidad.
Las emociones, los sentimientos y los pensamientos, forman las bases y fundamentos de nuestra vida y de nuestra sociedad. Al ser energías sutiles que no podemos ver y medir con exactitud, han sido pasadas por alto por la ciencia médica y por nosotros mismos.
Pero hoy en día estamos dedicando más énfasis en estudiar estas energías así como sus influencias. Por ejemplo sabemos que las emociones pueden provocar importantes manifestaciones en el sistema nervioso vegetativo. Esta reacción la provoca el cerebro como consecuencia a un fuerte estímulo psíquico.
Existe un cuadro patológico llamado espasmofilia (tetania) en donde converge un desequilibrio del sistema vegetativo y glandular, que provoca espasmos musculares, ocasionado por un permanente y duro estrés del sistema simpático. Es como un temblor o escalofrío por el cuerpo, una rigidez que después se puede convertir en una liberación y en un mejor estado de relajación.
Nuestro trabajo consiste en liberarnos de los estados psico-emocionales ya crónicos. Existen muchas maneras para ello, aunque resaltaremos la terapia craneosacral, los métodos de respiración, los movimientos o danza, o conciencia corporal, o los medios psicológicos o el que más me impresiona, la terapia cráneo-sacral.
La clave para no sufrir cualquier problema psicosomático está en tener una buena infancia y educación. Aprender a manejar nuestros estados emocionales, lo que supone entrenar para ser consciente de cómo me hace sentir aquello que viví o aquello que estoy viviendo (relaciones personales o laborales, pérdidas, traumas…) Esto, que se dice muy fácil, puede resultar extremadamente complicado si eres una persona que aprendió desde su infancia a sobrevivir en este mundo a base de atar sus sentimientos, de comerse los problemas. Hay entornos familiares y culturales donde la expresión emocional, sobre todo la relativa a las emociones negativas, está severamente censurada. “No estés triste”, “no te enfades” o “no se llora” son expresiones frecuentes que sirven como ejemplo del estilo comunicativo que, si se generaliza, termina creando niños que reprimen sus emociones y su capacidad para canalizarlas. Si esto se dilata en el tiempo, dichos niños se convertirán en adultos que han automatizado el mecanismo: ya no detectan ni expresan sus emociones, simplemente las niegan.